Saturday, February 7, 2009

DOMINGO DE SEPTUAGESIMA

8 de Febrero de 2009

Queridos Hermanos:

La envidia es un vicio tan horrendo que lastima y hace mal, no al objeto de esta, sino a la persona envidiosa. Las cosas buenas que Dios da a ciertas personas no afecta de ninguna manera a los demás. Los envidiosos acarrean las calamidades sobre ellos mismos, con su manera de ser.

Esto es algo que debemos tener en mente siempre, toda vez que el mundo en que vivimos actualmente, tiene una idea extraña sobre la igualdad, justicia y el orden establecido por Dios.

Constantemente, la sociedad actual, nos esta hablando sobre la “igualdad” materialista contraria al orden establecido por Dios. Debemos entender y aceptar que no somos iguales, los unos y los otros. Hemos sido creados por Dios cada uno de nosotros único e irrepetible, ninguno de nosotros somos exactamente iguales (ni siquiera los gemelos identicos).

La bondad de Dios se nos manifiesta a traves de la igualdad y exactitud de los bienes materiales que se nos han dado, verdaderamente según nuestras necesidades. A algunos les ha tocado mas para otros menos. No existe ninguna injusticia en esto porque Dios ve lo que es bueno para nuestra alma y vida eterna. Podemos ver que los seres mas queridos por Dios son los que mas tribulaciones tienen. Mientras mas cerca estamos de Dios mas sufrimos. Los que se alejan de Dios aparecen como personas de exito en este mundo. Dios permite esto y les concede lo que de manera apasionada buscan, porque esta será la recompensa que obtendrán por toda la eternidad. Tales almas sufrirán por siempre en el infierno, por haberse alejado de Dios.

Dios es justo; y da a estos su recompensa temporal, por los insignificantes actos de bondad o caridad que hacen de vez en cuando. Estos actos recibirán una recompensa temporal, mas no eterna.

Los bienes materiales no son siempre lo que aparentan. Frecuentemente son el resultado de gran sufrimiento y esfuerzo. Si supieramos todos los trabajos que tienen que sobre llevar quienes tienen muchos bienes materiales, estaríamos agradecidos por saber que no tenemos tanto y conforme nos hacemos un poco mas sabios, desearíamos no haber tenido tanto nosotros mismos.

Algunos podemos claramente identificarnos con los trabajadores que soportan el calor y el cansancio de un día de labor. Nosotros por lo tanto, trabajamos por lograr la recompensa eterna en el Cielo. Existen otros que aparecen al último minuto y con muy poco esfuerzo, se hacen merecedores de la recompensa eterna. Quienes han laborado arduamente y por un tiempo mas prolongado, deben alegrarse por estas almas que estaban perdidas y han sido encontradas y regresadas al camino de la salvación, y considerarlos como uno más que, esta listo para dar honor y gloria a Dios por siempre en el cielo. Que Dios sea bueno y generoso para con ellos no quita ningún merito de la recompensa que han de recibir, quienes han sido fieles toda su vida y le han servido fielmente.

Muchos Israelitas del Antiguo Testamento se condenaron, por no aceptar el hecho de que Dios aceptaría otras naciones bajo su cuidado. Quienes hubieron laborado para guardar el pacto con Dios por siglos no pudieron aceptar la irrefutable realidad de que los gentiles serían aceptados y bien recibidos a compartir la misma recompensa.

Todos los esfuerzos y sufrimientos son en vano, cuando todo su merito se pierde al estar motivado por un espíritu envidioso. De que les sirvió a los Israelitas todo lo que hicieron si cuando vino Dios lo rechazaron y se alejaron de Este, por ser generoso y bondadoso con los demás. Existen muchos que se denominan a si mismos “cristianos” “católicos” o “tradicionalistas” que serán condenados por ser envidiosos al ver los beneficios que Dios otorga a los demás. Que gran tontería.

Dios tiene suficiente de todo y para todos. No perdemos nada cuando Dios es generoso con alguien mas. Por el contrario se nos da la oportunidad de alabarlo en su bondad y misericordia que se manifiesta para con otras personas.

Aún, si sirvieramos a Dios tan fielmente como lo hizo el santo Job (¿quien puede decir que así lo ha hecho?) y nos quitara Dios todo lo que nos ha dado, en un aparente acto de injusticia, ¿que hemos perdido? Todas las cosas de este mundo pertenecen a Dios, nada nos pertenece. El es libre de dar o quitarnos lo que tenemos, como a El mejor le parezca.

“El señor me lo ha dado el Señor se lo ha llevado, bendito sea Su santo nombre”

Hagamos una reflexión por un momento y veamos a nuestro modelo y ejemplo a seguir, Jesucristo. imitemos Su humildad, oración y sacrificio teniendo en mente que nunca hemos hecho lo suficiente y que todo y cualquier bien que viene a nosotros, no es por merito propio sino por los meritos de Jesucristo. Luego entonces, si hemos sido los últimos o hemos tenido lo menos; seremos los primeros. Quienes han sido los primeros y tienen lo mejor; si reciben el último lugar, han sido recompensados generosamente, porque se les ha dado un lugar; aunque pudieron no haber hecho nada para merecerlo.

“Los últimos serán los primeros y los primeros los últimos; porque muchos son los llamados, pero pocos los escogidos.”