Saturday, March 26, 2011

TERCER DOMINGO DE CUARESMA

27 DE MARZO DE 2011

Queridos Hermanos:

El día de hoy, nuestro Señor exhibe a los demonios y sus maldades. Los judíos cuestionan su veracidad y sugieren que esta expulsando a los demonios por el poder de este y no por el poder de Dios.

Una vez que Jesucristo mostro lo ridículo que es tal reclamo, les muestra algo más, a los demonios mismos. Mientras estaban en Egipto, los judíos siguieron muchas prácticas paganas. Fueron separados de estas y expulsados los demonios sacrificando corderos y dispersando su sangre (símbolo del sacrificio de Cristo). Se les dio entonces a los judíos la ley por la que deberían regirse y preservarse de no cae nuevamente en esta desgracia. Mientras pretendían seguir la letra de la ley, permitieron que el espíritu de la ley fuera ignorado.

El demonio que fue expulsado regresó con siete más, peor que él mismo. Ahora hay ocho (numero que simboliza la totalidad o plenitud) para ser peor a lo que eran antes. Ahora bien, estas pobres almas que están completamente poseídas se atreven a acusar a Jesucristo (Dios mismo) de usar el poder del demonio. No podía ser mayor su blasfemia. Promueven tanto odio a Dios que con frecuencia vemos como buscaban y planeaban destruir a Jesús. En su plan de destrucción se llevan con ellos a la autoridad Romana para crucificar a Jesucristo, sin embargo con gran énfasis se declaran responsables de esto.

”Que su sangre caiga sobre nosotros y nuestros hijos” que maleficio tan mas escalofriante han pedido sobre ellos y sus hijos. Esto sólo puede hacerlo quien se encuentra verdaderamente poseído por el demonio.

Este odio por Jesucristo sólo puede venir del mismo infierno. Sólo puede ser la voz del infierno. No es una forma de pedir misericordia a Dios, es más bien una burla y querer ridiculizar a Dios. Consideraron a Jesucristo sin valor ni importancia luego entonces lo que hicieron con Él, lo consideraron como algo que no tenía tanto valor, por lo que no pensaron en las consecuencias al tomar total responsabilidad de Su muerte.

Al estar completamente poseídos por el demonio, son movidos a hacer lo que hicieron para que continúe hasta nuestros días el odio que manifiestan a la Iglesia Católica (Cuerpo Místico de Jesucristo).

Han preparado en muchas formas los ataques sobre Cristo y la Iglesia. Los vemos influyendo en muchas herejías y sectas, apoyando directa o indirectamente a falsas religiones, opuestas a la que es, Una y Verdadera. Los vemos ejerciendo gran influencia en la economía, política, educación y hasta en la industria del entretenimiento.

En un sin número de ocasiones, Cristo, Su Iglesia, la ley de Dios y la moralidad es ridiculizada, insultada, rechazada de manera directa o indirecta. Esta no es la obra meramente de humanos, sino estan poseídos completamente por el espíritu de los demonios. Se nos recuerda nuevamente que nuestra lucha no es contra la sangre y carne, sino en contra de poderes y principados (ángeles caídos). Toda vez que este poder e influencia no es meramente humana podemos concluir que viene directamente del infierno mismo.

La misma desgracia nos espera como individuos si nos dejamos llevar a las trampas que cayeron los judíos. Han expulsado un demonio fuera de nosotros al ser bautizados. Si bajamos la guardia, o nos llenamos con la tonta vanidad y orgullo, pensando que estamos protegidos por ser bautizados estamos abriendo la puerta de nuestra alma para que entren muchos más demonios.

Nuestra única protección es la obediencia humilde a Dios. Debemos amarlos más que cualquier otra cosa en este mundo. La medida de este amor está en la obediencia en cumplir sus mandamientos.

Debemos buscar amar a Dios cada vez más, manifestando nuestro amor incrementando nuestra humildad y servicio. De esta manera vendrá a habitar en nosotros, el espíritu santo. Somos templos del espíritu santo y nuestro objetivo es lograr la plenitud y permanencia en este amor. Este es el plan divino de Dios desde la creación. Los demonios buscan poseer las almas, a imitación imperfecta, a la unión de Dios con Sus creaturas que lo aman. Hagamos a un lado a los espíritus del mal y acudamos a Dios.

Así sea

Saturday, March 12, 2011

DOMINGO 1ro. DE CUARESMA

13 DE MARZO DE 2011

Queridos Hermanos:


Los ataques de los demonios son muy reales. Nuestro Señor permite ser tentado por estos, como nos lo dice el Evangelio de hoy. Pensar en los demonios y las tentaciones que usan en sus ataques en contra nuestra, con frecuencia nos causan ansiedad y temor.

Mientras más conocemos acerca de estos espíritus infernales mas temerosos nos volvemos ante su presencia, poder y tácticas. Ante tal temor sólo nos enfocamos en ellos lo que causa un temor mucho mayor.

Como católicos no tenemos nada que temer a estos espíritus malignos. La lectura de hoy tomada del salmo 90 nos da lugar a eliminar y hacer a un lado este temor.

“El que habita al amparo del Altísimo, vivirá bajo la protección de Dios del cielo”. “Dirá al Señor vos sois mi amparo y mi refugio, el Dios mío, en quien esperare”.

Los demonios son creaturas de Dios como lo somos nosotros y sólo pueden hacer lo que Dios les permita. Dios quiere nuestra salvación eterna, por lo tanto todo lo que les permite hacer es para nuestro propio bien. Con Dios de nuestra parte, no importa si toda la furia de los demonios se desata en contra nuestra. Los hijos de Dios tienen un padre amoroso y poderoso que los cuida y protege de todos y cada uno de los ataques.

Cuando temblamos de temor por los ataques de alguna otra creatura es porque por alguna razón hemos olvidado a Dios o por lo menos lo hemos perdido de vista por un tiempo. Recordemos que los primeros mártires no tenían temor ante los sufrimientos o muerte misma. Confiaban total y completamente en Dios. Estas cosas suceden por voluntad de Dios de lo contrario no sucederían. El dolor y el sufrimiento incluso la muerte puede ser, incluso es algo bueno para quienes aman a Dios. Es un gozo, para los hijos de Dios, sufrir por Él y sacrificarse por Él.

Cuando los espíritus del mal preparan sus ataques en contra nuestra, no debemos tener temor, por el contrario debemos ser valientes y resistir. Lo primero que debemos hacer es pedir ayuda a Dios Nuestro Señor, María Santísima, a los ángeles y santos del cielo. Debemos ir a confesarnos o por lo menos hacer un acto de contrición, si no nos es posible recibir el sacramento. Una vez hecho esto confiando en Dios y no en nosotros mismos podremos luchar en esta batalla con valor y perseverancia.

Es importante que conservemos la calma y la tranquilidad ante los ataques, como vemos que lo hace Jesucristo nuestro Señor en el evangelio de Hoy. Debemos evitar la tentación de la curiosidad. A los demonios les gusta hacernos creer que ellos saben algo o que tienen el control de las cosas. Sus tentaciones son siempre para alejarnos de Dios, de nosotros incluso en contra de ellos. Cuando estamos firmemente convencidos que sólo Dios tiene poder y total autoridad sobre todas las cosas, es menos probable que pidamos apoyo o sugerencias de los espíritus del mal. La curiosidad es su mejor arma al tentarnos a buscar información que son superficiales o no nos ayudan si nos sirven para nada.

Debemos recordarnos constantemente que los demonios no tienen nada que darnos. Son espíritus condenados que han perdido todo al haber rechazado a Dios quien es el creador y fuente de todas las cosas. Nosotros, con la gracia de Dios tenemos la victoria marcada. Son Sus siervos que mandan en Su nombre y exigen la obediencia de los demonios. No son los demonios que tiene el control y exigen obediencia a los hijos de Dios.

Son realmente miserables, impotentes y débiles, los espíritus del mal en contra de quienes aman a Dios. Podemos encontrar muchos grandes santos que fueron atormentados por los espíritus malignos mientras que vemos al mismo tiempo que fue para su propia humillación y para un gran honor y gloria para Dios y Sus hijos.

Conforme avanzamos en este tiempo de cuaresma, ayunando y haciendo penitencia, es muy probable que los espíritus malignos buscaran por todos los medios, distraernos y destruirnos para alejarnos de Dios. Estamos al frente luego entonces somos el primer objetivo de los demonios. Hagamos nuestra penitencia y asegurémonos de complacer a Dios, por lo menos buscando lograr complacerlo, de esta manera no tendremos nada que temer de los demonios.

Avancemos con gran valor, sin temor de los demonios o cualquier otro ser creado. Somos hijos del Dios todo poderoso. Dios nos ama y permitirá muy poco a estos espíritus del mal. Cualquier mal que nos hagan resultara en un gran beneficio para nosotros y Dios. Esta cuaresma incrementemos la virtud de la fe, la esperanza y la caridad. Vayamos jubilosos a la batalla con Dios y por nuestra alma, en contra de todos los espíritus del mal, que son lo suficientemente tontos para atacar a los hijos de Dios.

Así sea.

Saturday, March 5, 2011

DOMINGO DE QUINCUAGÉSIMA

6 DE MARZO DE 2011

Queridos Hermanos

Estamos a unos días del inicio de la cuaresma. Iniciando con el próximo miércoles que es el que conocemos como miércoles de ceniza. Tiempo de oración y penitencia.
San Pablo nos señala la actitud que debemos tener al entrar a este tiempo. Debemos hacerlo con una gran caridad. Con esta, recibimos la verdad, la fe y soportamos todas las cosas.

Jesucristo Nuestro Señor estuvo motivado por el amor a nosotros al libre y voluntariamente ir a Jerusalén para sufrir su muerte para que nosotros podamos vivir.

Nuestra Santa madre la Iglesia nos pide que sigamos a Jesucristo por lo menos en espíritu, al iniciar este tiempo de cuaresma. Es tiempo, como ya lo señalamos, de hacer penitencia, pero no solamente la que es tolerable; debe ser una penitencia que, debemos buscar y amar.

Lo que sufrió Jesucristo en Jerusalén es inimaginable tanto fue así que aunque les hablo sobre esto, claramente a los Apóstoles, estos no entendieron. Estuvo oculto ante su mirada hasta que fueron colmados con la gracia de Dios.

De igual manera nosotros, no logramos entender como Jesucristo, el Hijo de Dios, tuvo que sufrir tanto. Al mismo tiempo que consideramos todo el dolor que Jesucristo soporto nos lleva a reflexionar sobre la malicia y maldad de nuestros pecados. Fue por culpa de nuestros pecados que el sufrimiento de Jesucristo N. S fue necesario.

Se nos pide que sintamos odio y fastidio hacia nuestros pecados, para poder entender el daño que estos ocasionan.

Con este odio hacia nuestros pecados se nos pide hacer penitencia. Este odio, sin embargo, es balanceado con una gran caridad. Se nos recuerda que debemos hacer penitencia por el amor de Dios. El amor de Dios va mano con mano en el odio que debemos sentir por nuestros pecados. Con este espíritu encontramos placer en la penitencia porque nos da los medios necesarios para unir nuestro sufrimiento con Jesucristo y son estos, testigos de nuestro odio por la rebelión que ocasionan, en contra de Dios.

En nuestros pecados somos como el invidente que mendiga por la calle. El pecador está verdaderamente ciego a la verdad y vive su vida en una realidad virtual- imaginando que todo está bien en su pecado. Es alguien que inspira lástima porque a menos que sus ojos sean abiertos a su verdadera miseria nunca buscara abrirlos por sí mismo.

De esta manera, es necesario para nosotros imitar al invidente del que nos relata el Evangelio de hoy. Debemos clamar en nuestras oraciones al Hijo de David para que tenga misericordia de nosotros. En esta oración encontraremos los mismos obstáculos que encontró el invidente. Mientras el gritaba, la gente trataba de callarlo por ser inoportuno. De la misma manera el demonio y nuestros pecados harán lo mismo con nuestras oraciones para que no las escuche Dios. El demonio dentro de nosotros y el exterior, conspiraran para callar cualquier oración que hagamos.

En necesario que ante esta adversidad cuando nuestras oraciones están llenas de distracciones o somos tentados a pensar que estas no sirven de nada o son una pérdida de tiempo, veamos el momento oportuno de renovar nuestra fe e imitemos al ciego del evangelio y proclamar nuestra fe en una oración mucho mas perseverante.

Esto es lo que mueve al invidente del que nos habla el evangelio, a ser inoportuno y en cierta manera grosero. Es la actitud de este individuo que ocasiona que Jesucristo se detenga y le acerquen a este hombre para escuchar su petición y concederle el milagro que busca.

Este, creo yo, es el método que debemos utilizar para vencer los obstáculos que encontramos en nuestras oraciones y penitencias. Debemos hacer a un lado lo que es “razonable” para el mundo y los demonios. Debemos gritar fuertemente en nuestras oraciones y penitencias. Debemos hacer más oración, en lugar de eliminarlas.

Acerquémonos al tiempo de cuaresma con gran amor y de manera voluntaria. Abracemos la penitencia por el amor de Dios y odio por nuestros pecados pasados. Aumentemos nuestra fe para que sin ningún temor ni vergüenza hagamos oración con un fervor que se incremente al mismo tiempo que las tentaciones que quieren detenernos.

Que el invidente del evangelio de hoy interceda por nosotros para que recibamos la gracia de la perseverancia y fortaleza en todas nuestras oraciones y penitencias.

Que así sea.