Saturday, March 12, 2011

DOMINGO 1ro. DE CUARESMA

13 DE MARZO DE 2011

Queridos Hermanos:


Los ataques de los demonios son muy reales. Nuestro Señor permite ser tentado por estos, como nos lo dice el Evangelio de hoy. Pensar en los demonios y las tentaciones que usan en sus ataques en contra nuestra, con frecuencia nos causan ansiedad y temor.

Mientras más conocemos acerca de estos espíritus infernales mas temerosos nos volvemos ante su presencia, poder y tácticas. Ante tal temor sólo nos enfocamos en ellos lo que causa un temor mucho mayor.

Como católicos no tenemos nada que temer a estos espíritus malignos. La lectura de hoy tomada del salmo 90 nos da lugar a eliminar y hacer a un lado este temor.

“El que habita al amparo del Altísimo, vivirá bajo la protección de Dios del cielo”. “Dirá al Señor vos sois mi amparo y mi refugio, el Dios mío, en quien esperare”.

Los demonios son creaturas de Dios como lo somos nosotros y sólo pueden hacer lo que Dios les permita. Dios quiere nuestra salvación eterna, por lo tanto todo lo que les permite hacer es para nuestro propio bien. Con Dios de nuestra parte, no importa si toda la furia de los demonios se desata en contra nuestra. Los hijos de Dios tienen un padre amoroso y poderoso que los cuida y protege de todos y cada uno de los ataques.

Cuando temblamos de temor por los ataques de alguna otra creatura es porque por alguna razón hemos olvidado a Dios o por lo menos lo hemos perdido de vista por un tiempo. Recordemos que los primeros mártires no tenían temor ante los sufrimientos o muerte misma. Confiaban total y completamente en Dios. Estas cosas suceden por voluntad de Dios de lo contrario no sucederían. El dolor y el sufrimiento incluso la muerte puede ser, incluso es algo bueno para quienes aman a Dios. Es un gozo, para los hijos de Dios, sufrir por Él y sacrificarse por Él.

Cuando los espíritus del mal preparan sus ataques en contra nuestra, no debemos tener temor, por el contrario debemos ser valientes y resistir. Lo primero que debemos hacer es pedir ayuda a Dios Nuestro Señor, María Santísima, a los ángeles y santos del cielo. Debemos ir a confesarnos o por lo menos hacer un acto de contrición, si no nos es posible recibir el sacramento. Una vez hecho esto confiando en Dios y no en nosotros mismos podremos luchar en esta batalla con valor y perseverancia.

Es importante que conservemos la calma y la tranquilidad ante los ataques, como vemos que lo hace Jesucristo nuestro Señor en el evangelio de Hoy. Debemos evitar la tentación de la curiosidad. A los demonios les gusta hacernos creer que ellos saben algo o que tienen el control de las cosas. Sus tentaciones son siempre para alejarnos de Dios, de nosotros incluso en contra de ellos. Cuando estamos firmemente convencidos que sólo Dios tiene poder y total autoridad sobre todas las cosas, es menos probable que pidamos apoyo o sugerencias de los espíritus del mal. La curiosidad es su mejor arma al tentarnos a buscar información que son superficiales o no nos ayudan si nos sirven para nada.

Debemos recordarnos constantemente que los demonios no tienen nada que darnos. Son espíritus condenados que han perdido todo al haber rechazado a Dios quien es el creador y fuente de todas las cosas. Nosotros, con la gracia de Dios tenemos la victoria marcada. Son Sus siervos que mandan en Su nombre y exigen la obediencia de los demonios. No son los demonios que tiene el control y exigen obediencia a los hijos de Dios.

Son realmente miserables, impotentes y débiles, los espíritus del mal en contra de quienes aman a Dios. Podemos encontrar muchos grandes santos que fueron atormentados por los espíritus malignos mientras que vemos al mismo tiempo que fue para su propia humillación y para un gran honor y gloria para Dios y Sus hijos.

Conforme avanzamos en este tiempo de cuaresma, ayunando y haciendo penitencia, es muy probable que los espíritus malignos buscaran por todos los medios, distraernos y destruirnos para alejarnos de Dios. Estamos al frente luego entonces somos el primer objetivo de los demonios. Hagamos nuestra penitencia y asegurémonos de complacer a Dios, por lo menos buscando lograr complacerlo, de esta manera no tendremos nada que temer de los demonios.

Avancemos con gran valor, sin temor de los demonios o cualquier otro ser creado. Somos hijos del Dios todo poderoso. Dios nos ama y permitirá muy poco a estos espíritus del mal. Cualquier mal que nos hagan resultara en un gran beneficio para nosotros y Dios. Esta cuaresma incrementemos la virtud de la fe, la esperanza y la caridad. Vayamos jubilosos a la batalla con Dios y por nuestra alma, en contra de todos los espíritus del mal, que son lo suficientemente tontos para atacar a los hijos de Dios.

Así sea.