Saturday, April 28, 2012

DOMINGO 3ro. DESPUÉS DE PASCUA


29 DE ABRIL DE 2012

Queridos Hermanos:

Nuestro Señor Jesucristo nos habla, el día de hoy, tanto de Su Segunda venida como de su presencia contínua en la Sagrada Eucaristía.

Tal vez, el tiempo no nos parezca como “poquito tiempo” al estar sucediendo las cosas, pero una vez que han pasado y volteamos a ver lo sucedido, nos damos cuenta que en verdad ha sido un lapso muy corto. De esto nos damos cuenta en la vida diaria, pero, una vez que entremos a la eternidad y empecemos a entender lo que realmente significa “por siempre” nos daremos cuenta que el tiempo más prolongado aquí en la vida en este mundo es sólo un pequeño y reducido lapso de tiempo.
No será mucho el tiempo que transcurra, entonces, para el regreso de Nuestro Señor Jesucristo. Por lo que debemos estar siempre alertas y prevenidos.

Vemos a Cristo, en la Sagrada Eucaristía, con nuestra fe, pero una vez que esta fe, sea completa (poquito tiempo) lo volveremos a ver. Muchos de los santos vieron a nuestro Señor, físicamente en la Santa Eucaristía, el tiempo reducido, de la ceguera de los de poca fe, nos da lugar a volverlo a ver.

No debemos sentirnos impacientes o tratar de forzar el tiempo de las obras de Dios. Debemos permanecer firmes y tranquilos en nuestra fe, pidiendo a Dios que todo se nos manifieste claramente, en el tiempo adecuado de Dios, por el beneficio de nuestra propia alma.

Los caprichos e ilusiones infantiles de muchos falsamente llamados, católicos, son realmente un insulto a los caminos inescrutables de Dios. Con que frecuencia nos preguntamos qué es lo que sostiene tanto la mano de Dios, o porque no nos fulmina de una vez. O tal vez, por qué, no se manifiesta de manera más clara y ahora, para que se nos haga más fácil creer. Escuchamos las preguntas de quienes cuestionan a Dios, que desean haber nacido en otros tiempos cuando según imaginan, era más fácil vivir la vida de la fe. Estas dudas y deseos verdaderamente acumulan a la interrogante de lo que hace Dios y sus formas, es realmente, como si se dudara, que Dios sabe lo que está haciendo.

El orgullo y la vanidad, de parte del hombre que hace esto, parecen ocultarse a la vida de los demás.
¿Quienes somos, para poner en duda la voluntad de Dios? Todo lo que Dios hace, está bien hecho y dentro del tiempo y lugar adecuado.

Para nosotros ahora, encontrar la presencia de Dios, es eclipsada de nuestra vista, no sólo físicamente, sino que también de manera espiritual, con la manifestación prolífica del Modernismo y neo paganismo que nos rodea ,son estas según ellos, razones para poner en duda los caminos de Dios, y poner en duda Su Palabra.

Estas y tantas otras razones, infantiles de pensamiento, son sólo tonterías y niñerías. Es preciso que, hagamos a un lado los caminos infantiles y revistámonos del adulto.

Como adultos, en la fe católica, debemos permanecer tranquilos y en paz, aún en medio de las pruebas y tribulaciones. Debemos madurar en nuestra fe, al grado de confiar en la palabra de Dios aun sin necesidad de manifestaciones físicas o pruebas de ella.

La paciencia no la encontramos en los niños porque no tienen experiencia, ni han entendido que todo requiere de tiempo. Estos deben aprender que las cosas se dan con el tiempo, y que rara vez pasan al tiempo que ellos quieren. L a madurez les enseña que deben ser pacientes y estar tranquilos para que las cosas sucedan. Lo mismo sucede con nuestra fe.

El joven y débil en esta, busca siempre pruebas o confirmaciones de fe. Mientras que más madurez alcancemos, en cierto grado, en la vida espiritual, nos volvemos más pacientes y confiados en lo que creemos, o entendemos, y que las cosas suceden durante el tiempo y para mayor honor, gloria de Dios y la salvación del hombre.

No hay pánico entre las almas maduras, cuando se difunde la inmoralidad y los escándalos. Permanece la calma que acompaña el entender que sin importar que tan malas parezcan las cosas, Dios hace y saca lo mejor de todo lo que pasa, “en un ratito”

Que así sea.