Friday, August 30, 2013

DOMINGO 15 DESPUÉS DE PENTECOSTES

1 DE SEPTIEMBRE DE 2013

QUERIDOS HERMANOS:

San Agustín, aprovecha la oportunidad, del Evangelio de hoy, para recordarnos la muerte espiritual por el pecado.

Es muy probable que Nuestro Señor haya resucitado varios muertos más de los que leemos en el Evangelio, que nos señala a tres de manera distinta. El primero fue, la hija del Centurión, después el joven del evangelio de hoy y en tercer término Lázaro. Estos tres representan los diferentes grados de muerte en el pecado.

La hija del Centurión acaba de morir cuando llega nuestro Señor. Se encontraba aún dentro de su casa. Estos son quienes pecan de pensamiento o deseo. Sus pecados están ocultos dentro de sí mismos, sin embargo están muertos. Nuestro Señor nos dice que el hombre que ve a una mujer con deseo, ha ya pecado en su corazón, y que quien guarda rencor y odio en su corazón es ya culpable de homicidio.

Estas pobres almas están muertas dentro de sí mismos pero, el mundo no conoce aún de su muerte.

El joven del que nos habla el evangelio de hoy, representa aquellos que no sólo han deseado pecar sino que además ya lo han hecho. Han llevado su muerte fuera de sus hogares, donde el mundo puede fácilmente percibirla.

EL tercer tipo de muerte espiritual está representado en aquellos que han hecho que sus pecados se conviertan en hábito. Estos están muertos y sepultados por días. Sus cuerpos se han empezado a descomponer y apestan. El hábito ha deteriorado sus sentidos al grado de ya no poder ellos ayudarse, continuando de pecado en pecado sin ningún temor de la situación en que se encuentran. Vemos ejemplo de esto en los sodomitas a que se dirige Lot en el Antiguo Testamento.

Cuando trató Lot de alejarlos de su manera anti natural de los pecados en que vivían, lo desconocieron y dijeron que no tenía derecho para juzgarlos.

Lamentablemente muchos en este mundo han entrado en la categoría de este tipo de muerte. Al decirles que no deben seguir en ese tipo de vida, responden que no tenemos el derecho de decirles esas cosas. Parece que el mundo nos quiere hacer creer que nosotros somos los que estamos fuera de lugar y hemos hecho algo malo.
En cada uno de estos estados de muerte espiritual, vemos que Dios es capaz de regresarnos a la vida. En cada caso, la muerte no es más que un tipo de sueño en el que hemos caído. Para nuestro Señor, no es más que eso. Nos llama y la muerte responde. Sin importar que tan delicada sea nuestra muerte, siempre hay esperanza.

La jovencita ha resucitado y entregada a sus padres. El joven resucita y le es devuelto a su madre. Lázaro sale de la tumba y se encontraba aún sujeto. Nuestro Señor les pide a Sus apóstoles que lo liberen. Es a ellos que Nuestro Señor ha dado el poder de atar y desatar los pecados del hombre.

Los pecadores que se encuentren espiritualmente muertos pueden acudir, en cualquier momento, a los sacerdotes de la verdadera Iglesia para que les sean perdonados sus pecados y de esta manera ser restaurados a la vida espiritual. Aún quienes se encuentran sujetos a los malos hábitos de sus pecados encontrarán en la Iglesia las manos espirituales que los han de liberar y restaurarlos a la vida.

Mientras haya respiro hay esperanza. Mientras que seamos capaces de arrepentirnos de nuestros pecados y acudamos a Dios hay la posibilidad de ser restaurados a la vida. Dios nos dirige a la penitencia por nuestros pecados y recibir la absolución en el sacramento de la Confesión.

Cuando entendemos, lo fácil que es para Dios, por medio de la Iglesia, restaurar la vida espiritual de nuestra alma, vemos que no hay nada más tonto que desesperarnos y alejarnos de la vida espiritual.

Las manos de Cristo están siempre listas a ayudarnos y llevarnos a la paz que sólo Él puede darnos. Todo lo que tenemos que hacer el permitirle que lo haga, dando nuestra mano a la Suya. Cuando sentimos el remordimiento de conciencia es cuando Dios nos está hablando e invitando a recuperar la vida.

Aprendamos a reconocer Su voz y expulsemos al pecado de nosotros con la penitencia y empecemos una vida nueva. Aún tenemos tiempo. La misericordia de Dios no se ha terminado, todavía.

Llegará el momento en el que las oportunidades para restaurarnos a la vida espiritual se hayan agotado. Cuando la gracia se haya agotado para nosotros y permanezcamos en pecado, seremos arrojados al infierno de inmediato. Debemos poner atención a la amonestación que nos dice que ahora es el tiempo aceptable. Si no escuchamos la voz de Dios aquí y ahora, no tenemos la certeza que volverá a llamarnos.

Una vez que hemos sido restaurados a la vida busquemos con todo nuestro ser evitar caer nuevamente en la muerte. Nuestro peor enemigo somos nosotros mismos ya que nosotros somos los únicos que podemos responder al llamado de Dios, a la vida de nuestra alma.
Seamos nuestro mejor amigo y escuchemos la voz de nuestro Creador y Redentor, cuando nos llama de regreso a la vida.

Así sea.

Friday, August 23, 2013

SAN LUIS IX REY DE FRANCIA

25 DE AGOSTO DE 2013

Queridos Hermanos:

San Luis Patrono de la Tercera Orden de San Francisco de Asís. Conocido por haber llevado una vida llena de virtudes. Su justicia se conocía por todas partes del mundo, reyes y nobles acudían a Él para dar solución a las disputas. La usura fue gravemente penada, durante su reinado y los blasfemos castigados de manera severa por sus crímenes.

Realizo dos cruzadas, sin mucho éxito, para liberar la Tierra Santa, de los infieles, y hacer de esta un lugar seguro para los católicos. Murió de tifus durante su última cruzada.

Se nos ha dicho que cuando san Luis era sólo un niño, su madre le dijo: “Hijo mío te amo como la madre que ama a su hijo, pero prefiero verte muerto que ver que cometas un pecado mortal”. Evidentemente esto le causó un gran impacto. Su biógrafo nos dice que no se sabe que san Luis haya jurado o maldecido. Durante sus batallas rechazo permitir a sus soldados cualquier acto de rapiña en sus victorias, exigiendo además que no dieran muerte a los infieles, más bien tomarlos como prisioneros, en l amanera de lo posible.
San Luis alimentó a muchos pobres en su misma mesa y se sabe que sirvió incluso a estos con sus propias manos.

Vemos el milagro de la Gracia de Dios sobre san Luis, al vivir en gran santidad a pesar de su riqueza y realeza. Con la ayuda de Dios logro mucho más que el pasar a n camello sobre el ojo de una aguja. Parece que el crédito en este mundo por sus milagros fue por la influencia de su Santa Madre, Blanca de Castilla. La seriedad de su fe y su profundo entendimiento de la eternidad del Cielo y del Infierno, preservo en ella un verdadero entendimiento justo y verdadero de las riquezas materiales y la prosperidad del Reino de los Cielos.

Realmente entendió y vio con claridad que de nada sirve al hombre ganar todas las riquezas de este mundo, si pierde su alma. Esta profundidad y gracia fue evidentemente más profunda en el alma de San Luis, su Hijo.

En donde están las madres o padres de nuestros días que honestamente puedan decir que prefieren ver a sus hijos muertos, inertes bajo la fría tierra, que cometer un pecado mortal.

Clamamos amar a nuestros hijos, pero ¿realmente los amamos? El verdadero amor, indica que debemos buscar lo mejor, el mayor de los bienes, para ellos – la eternidad en el cielo. Nos atrevemos a decir que la mayoría de los padres no aman a sus hijos. Los padres tienen un amor egoísta, desordenado que no permite que piensen en la eternidad. Un niño en pecado mortal es peor que un niño físicamente muerto.

Este debe ser un principio, obvio para todos, pero que muy pocos lo aceptan en la práctica. En teoría vemos verdaderamente la verdad de este principio, pero ya en la práctica muchos padres, sacrifican el alma inmortal de sus hijos en lugar de sufrir el dolor de tener que sepultarlos.

No sólo los padres, sino que ya de manera casi universal vemos como se sacrifica el alma humana por mantener un poco más de vida mortal, ligera y pasajera, aquí en la tierra. La fe y las verdades eternas han caído en una negligencia universal, olvido y duda diabólica.

Si sólo hubiéramos tenido, todos y cada uno de nosotros una influencia como la de la santa madre de sal Luis, estaríamos viviendo una vida completamente diferente. Sin embargo tenemos una madre que siempre está al pendiente de nosotros y nos cuida en todo momento. Tenemos a nuestra santa madre la Iglesia, constantemente guiándonos e instruyéndonos sobre estas verdades, si sólo aceptáramos escucharla. Tenemos a la Santísima Virgen María, como nuestra madre, buscando también nuestra salvación e intercediendo por nosotros.

Ya es tiempo que despertemos y pongamos atención a nuestras madres. Debemos incrementar nuestro amor por ellas y prestar a tención a lo que nos dicen. Debemos tomar con seriedad sus palabras, porque son la doctrina y palabra de Dios. Debemos aprender a amar a nuestras madres, la santa madre Iglesia y María Santísima, de manera reciproca. De esta manera, debemos fácilmente ver y entender que sería mejor morir que ofender a Dios.

Si hemos caído en pecado, levantémonos en este mismo instante y renunciemos a los pecados, resolviendo confesarlos en la brevedad posible. Impongámonos penitencia sobre estas ofensas y regresemos a la verdadera vida espiritual. Busquemos en lo futuro no caer en la muerte espiritual, aún a costa de nuestra vida mortal, para lograrlo.

Así sea.

Saturday, August 17, 2013

DOMINGO 13 DESPUÉS DE PENTECOSTES

18 DE AGOSTO DE 2013

QUERIDOS HERMANOS

La lepra es una enfermedad que destruye el cuerpo de manera gradual. En varias partes del cuerpo la piel se empieza a deteriorar. Con frecuencia esta enfermedad se manifiesta con la composición de partes sanas con las ya putrefactas. Lo mismo sucede de manera espiritual con la lepra de la herejía. Vemos en el hereje la falsedad a un lado de partes de verdad.

En algunas ocasiones el leproso puede esconder del mundo, su enfermedad, pero no por mucho tiempo ya que conforme progresa llega el momento en el que se hace visible y ya no es posible seguirla ocultando. Lo mismo sucede con la herejía. Muchos se mantienen firmes en sus errores ocultándolo a los demás. Viven como si estuvieran espiritualmente sanos y sólo Dios sabe la podredumbre y maldad que guardan en su corazón.

Eventualmente, como sucede con la enfermedad física, el progreso de la decadencia espiritual se hace manifiesto al resto de las personas.

Los leprosos fueron forzados a cargar una campanita y-o anunciar su impureza al resto de las personas, para evitar cualquier contacto con estos y evitar una contaminación mayor. Mientras que con el hereje sucede lo contrario, ya que proclama sus errores con toda libertad y fuerza. Su intención no es la de prevenir a los demás, de los peligros que representa para las almas, sino más bien para invitarlos y contaminarlos con su enfermedad espiritual que sufren en carne propia.

Esta enfermedad espiritual es mucho más peligrosa cuando va acompañada de alguna verdad o solida enseñanza mezclada con todos los errores. Han empezado en la verdad pero han permitido que el error tome posesión de ellos. Nos enfocamos en lo bueno, solido y saludable que puedan tener estos herejes. Sin embargo, esto es un grave error de nuestra parte. Pretender que no hay gérmenes dañinos porque no los podemos ver a simple vista es una actitud muy tonta.

En el caso de una enfermedad física, se nos instruye y recomienda asumir que los gérmenes están presentes y practiquemos buenos hábitos de higiene. Lavamos nuestras manos aunque no veamos los gérmenes. Cuando de la salud de nuestra alma se trata somos menos precavidos y tomamos una actitud que pone en peligro nuestra integridad espiritual.

Un escepticismo saludable es el mejor camino a tomar cuando enfrentamos a la multitud de doctrinas contrarias manifiestas en las diferentes religiones que nos rodean.

Dios ha dicho muy claro lo que desea y espera de nosotros, san Pablo enfatiza esto al decirnos, que debemos rechazar cualquier religión nueva o diferente. Dice incluso que, si el mismo, enseñare doctrina diferente a la que ha recibido y enseñado, incluso si algún ángel del cielo enseñare doctrina contraria, debemos de inmediato rechazarla y no creerle.

Existe algo bueno, sin duda, en las diferentes religiones falsas. No es eso de lo que debemos estar prevenidos. Es lo malo de estas lo que nos debe poner alerta y en guardia. Si existe falsedad en alguna parte de estas, se extenderá por todas partes del cuerpo y sin duda, lo destruirá. Con Dios es todo o nada. Si negamos alguna verdad que Dios ha revelado hemos negado a Dios mismo, deseemos aceptarlo o no. La negación de alguna verdad por más insignificante que nos parezca es llamar a Dios mentiroso. Luego entonces todo se vuelve duda. Esta enfermedad sutil pone en riesgo la salud poniendo en peligro la integridad de todo el cuerpo, escondiendo su veneno bajo la superficie de la piel.

Si hemos caído en algún error, debemos inmediatamente expulsarlo. Debemos acudir a las aguas curativas de la Penitencia para limpiar las impurezas de la enfermedad espiritual que se pudiera colocar en nuestra alma. La mejor cura es siempre la prevención. De la misma manera que lavamos nuestro cuerpo para prevenir enfermedades, es una práctica saludable lavar nuestra alma frecuentemente con el sacramento de la penitencia.

Así como procuramos alimentos y nutrientes saludables para mantener nuestro cuerpo, fuerte y saludable, alimentemos nuestro alma con la Sagrada Eucaristía.

No sabemos realmente que tan cerca estamos de contagiarnos y recibir una enfermedad. De la misma manera no sabemos qué tan cerca estamos de caer en la herejía. Es verdaderamente la gracia de Dios que nos protege, pero debemos también hacer lo que este de nuestra parte y no tentar a Dios. En esta perspectiva debemos todos regresar como el leproso que regreso a dar gracias a Dios. No con orgullo y prepotencia mirando a los demás, que han tenido la desgracia de haber caído en esta enfermedad, sino más bien con verdadera humildad de corazón, reconociendo que sin la ayuda de la gracia de Dios hubiéramos de igual manera haber caído desde hace ya mucho tiempo y tal vez más bajo que los demás.

Cuando los herejes proclaman tener la verdad o la fe, tengamos precaución y alejémonos del contagio que se esconde detrás de estos. Con la gracia de Dios y los ojos de la fe, podremos rápidamente ver claramente los errores tal y como lo hace el técnico en el laboratorio al examinar los gérmenes con la ayuda del microscopio.

Debemos estar mucho más alertas sobre la salud de nuestra alma que con nuestro cuerpo.

Después de protegernos del riesgo de una infección ayudemos a los demás, ofreciendo nuestra asistencia a los que ya, por desgracia, han sido infectados, para que encuentren el remedio apropiado para dar salud a su alma.

Así sea.

Friday, August 2, 2013

FESTIVIDAD DE SANTO DOMINGO

4 DE AGOSTO DE 2013

Queridos Hermanos:

Los Franciscanos y los Dominicos comparten una historia rica y abundante. Fueron buenos amigos san Francisco y santo Domingo, tanto que se sabe que ese último ciñó su cintura con el cordón que pidió a San Francisco.

Los ministros generales de ambas fraternidades se reunían para celebrar juntos las festividades de ambos fundadores. En la Orden Franciscana nos referimos a Santo Domingo como nuestro Padre. Ambas Órdenes son conocidas como mendigantes, es decir que sobrevivimos de la caridad de las personas. Hemos hecho votos estrictos de pobreza y no nos involucramos en el cultivo o producción de cosas materiales para nuestro sustento, como lo hacen las Órdenes más antiguas.

Hemos sido llamados por Dios para dedicar nuestra vida a Su servicio y depender completamente de Él. “El obrero es digno de su salario” Los ministros de Dios viven del altar.

En el evangelio de hoy, vemos que los obreros son la sal de la tierra. Lamentablemente hemos visto como muchos religiosos han perdido su salinidad y no sirven ya, para dar a las tribulaciones de esta vida, algo de sabor. Ya no sirve la sal. Ya no son la luz que ilumina la habitación. Y lamentablemente muchos ya no son siquiera la luz escondida bajo el canasto. La luz de la verdadera fe se ha extinguido en ellos.

Estos supuestos religiosos han perdido su sal y la luz en ellos, se ha apagado. Ya no tienen nada que dar a sus hermanos. Ahora ofrecen materialismo y oscuridad. Es verdad que debemos amara nuestro prójimo y preocuparnos por su bienestar físico, sin embargo, esto es sólo en lo superficial, de la vocación religiosa.

La verdadera sal transforma la vida y el mundo, en algo agradable al paladar, ya que en sí mismos son desagradables. Las cruces y cargas de esta vida llevan a uno a la desesperación y repugnancia.

Cuando la sal de la verdadera fe es agregada a estas tribulaciones, todo se vuelve placentero.

Jesucristo nos ha invitado a todos a cargar diariamente nuestra cruz y seguirlo. Lo cual es desagradable y difícil para nuestra naturaleza caída. La fe nos enseña que si de manera voluntaria hacemos esto, las cruces se harán más ligeras y suaves. Lo que primero repugnaba se vuelve agradable.

Esta ha sido siempre la vocación de los Franciscanos y Dominicos, casarse con sus cruces de la regla, de manera voluntaria y con alegría, hasta convertirse en ejemplo para el resto del mundo. Deben mover más con el ejemplo que con sus palabras.

Los modernistas han abandonado la fe y ahora sólo buscan el bienestar y buscan e intentan crear un cielo en este mundo, al grado de olvidarse de las cruces aquí y ahora, como la promesa futura de la felicidad del cielo.

Lamentablemente este método de tratar de eliminar las cruces y tribulaciones de este mundo, termina siempre en esterilidad. Mientras que podemos disfrazar una sonrisa y aliviar nuestras heridas en el alcohol, las drogas, y medicamentos, construyamos refugios para nuestro cuerpo, y llenemos nuestro estomago, jamás será suficiente. No hemos sido hechos para este mundo.

No podremos estar satisfechos con sólo las cosas de esta vida. Luego entonces no importa que tan buenas puedan ser las cosas de esta vida, siempre serán amargas porque la luz y sal de la verdadera fe, no las ha sazonado. Para despertar nuestro apetito por las cosas del Cielo.

Al celebrar el día de hoy, la festividad de santo Domingo y recordar su amor por Dios, nuestro fundador y la Orden. Sea posible que abracemos cada vez más fervorosos, nuestro vocación.

La Orden de los Dominicos fue encomendada la misión de predicar, malamente vemos como esta orden ha perdido su sabor y luz. Las palabras de nuestro Señor han caído a un lado de estos, que practican el humanismo materialista en lugar de la fe solida y verdadera.
Si tan sólo intentáramos adaptarnos al evangelio y orar por el auxilio de santo Domingo y todos los demás santos, nuestros ojos se abrirán paulatinamente a la verdadera luz y nuestro apetito será satisfecho (no tanto con las cosas de este mundo sino más bien con la anticipación de las cosas de la eternidad).

Que Dios, por los méritos de santo Domingo, brille la luz de la fe sobre nuestro corazón y mente y sazone nuestra porción diaria de fe en nuestras tribulaciones, para de esta manera se conviertan en gozo al recordarnos a Dios y nos haga merecedores de mayores deseos del Cielo.

Así sea

Saturday, July 27, 2013

DOMINGO DECIMO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

28 DE JULIO DE 2013


QUERIDOS HERMANOS:

La parábola que Nuestra Santa Madre Iglesia pone ante nosotros en el Evangelio de hoy, despierta en nuestro corazón la renovación de nuestro entendimiento por la necesidad de la humildad. Los dos hombres que se nos presentan exponen ambos extremos de la práctica de esta virtud.

Ambos tenían fe, ambos oraban, pero sólo la oración de uno es complaciente a Dios y sólo uno era justificado. Creer o tener fe, es nada sin la humildad. Hemos escuchado muchas veces: “la fe sin obras es una fe muerta”. Vemos ahora que una de las obras de la verdadera fe, es la humildad.

No hay duda que el Fariseo tenía fe, toda vez que oraba, es igualmente sabido que realizaban buenas obras. Malamente todas esas obras fueron sin beneficio alguno ya que iban acompañados de un gran vicio, el orgullo. Es muy cierto que no podemos hacer nada sin Dios – todo elogio y gloria le pertenece a Dios. Somos nada sin Él. Si somos honestos confesaremos que no hemos hecho nada. Es Dios quien nos ha inspirado con Su gracia. Es Dios quien nos ha dado los medios y habilidades para hacer estas cosas. Es Dios que nos ha dado la voluntad para cumplirlas y es Dios que completa en nosotros, todo lo que hacemos. Bajo esta luz nos damos cuenta que el hombre es nada sin Dios.

Una hermosa analogía nos ayudará a entender nuestra parte en el plan Divino.

En el manuscrito Divino de la historia que Dios escribe, el hombre es sólo la pluma o instrumento que utiliza. La pluma no es esencial, si una deja de funcionar, Dios, simplemente, tomara otra y continuará Su obra. Si cooperamos con Dios y le permitimos obran en nosotros, haremos grandes cosas, pero si rehusamos cooperar, con la Voluntad de Dios, nos desechara, para hacernos a un lado y tomar otro que si desea hacerlo. No es la pluma que compone y hace el manuscrito, es Dios quien lo hace. Nosotros somos la nada y Dios lo es todo.

EL fariseo estaba lleno de orgullo y atribuía todo lo que hacía a sí mismo. No reconocía a Dios como el autor de todo. Tenía fe y reconocía que debía dar gracias a Dios, mientras que al mismo tiempo robaba a Dios el honor y gloria, de estas obras, arrogándolas a sí mismo. Existen muchos en esta vida que piensan igual.

Piensan y dicen ser buenos por haber realizado algunas buenas obras. Han ayunado, orado, dado limosna etc. Se creyeron autosuficientes y sus endurecieron su corazón, al alimentar el vicio del orgullo. Una ilusión temeraria que echaron sobre sí mismos. Constantemente refuerzan la idea que son buenos y complacientes ante los ojos de Dios, mientras que no se dan cuenta que lo único que hacen es incrementar su orgullo alejándose cada vez más de Dios.

El publicano por otra parte, no se siente complaciente a sí mismo. Se examina y no ve nada bueno. Cualquier buena obra que realice la ve manchada por sus pecados y su falta de mérito. De esta manera crece constantemente en humildad. No hay duda que ha realizado algunas buenas obras. Sin embargo reconoce que la gloria y el honor pertenecen a Dios.

El hombre humilde además de reconocer que todo lo bueno en él es obra de Dios, se dice a sí mismos que estas hubieran sido mucho mejor si hubiera cooperado completa y totalmente con la gracia de Dios o si Dios hubiera escogido a una mejor persona, como instrumento.

El orgullo es mentira y la humildad la verdad. Con frecuencia las personas presentan una falsa humildad para llamar la atención. Hay verdad en su indignidad, pero la profesión de su abyección y deshonor no va con el orgullo y vanidad que existe realmente en su corazón.

Profesan la humildad delante de los hombres para ser alabados por estos. Nuestro Señor dice que ya recibieron estos su recompensa, y nada les espera en la eternidad. Vemos que el orgullo es un vicio muy sutil de sobrellevar, porque podemos ser orgullosos de nuestras virtudes para convertirlas en vicio. Esta es la tragedia del fariseo del evangelio de hoy. Debemos por tanto, estar siempre alertas y recordarnos que no somos nada y no podemos hacer nada, nosotros solos.

La humildad por otra parte, es una virtud muy simple, porque es la verdad. En total humildad damos todo el honor y gloria a Dios. Verdaderamente decimos que si hay algo bueno en nosotros, no es por mérito propio. Todo lo malo en nosotros en nuestro, todo lo bueno viene de Dios.

En esta situación, ya no nos comparamos ni medimos lo que hacemos, con los demás. Sino que nos comparamos con Jesucristo, la Verdad misma.

Amén.

Saturday, July 20, 2013

DOMINGO NOVENO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

21 DE JULIO DE 2013

QUERIDOS HERMANOS:

Nuestro Señor llora sobre la ciudad que fundó Dios, pero que el hombre ha llevado a la ruina, Jerusalén la Ciudad Santa que Dios ha establecido para Su gente. Este pueblo elegido y ciudad han sido ahora, (desde la venida de Jesucristo) transferidos a la Iglesia Católica. De esta manera podemos aplicar el Evangelio de hoy, a nosotros mismos.

Hemos sido elegidos por Dios para formar parte de Su Iglesia, desafortunadamente somos la causa de Sus lagrimas, tal y como lo fueron las ofensas de Jerusalén. Cristo ha venido a los Suyos en la Santa Comunión, pero muchos no lo reciben. Nos llama como la gallina llama a sus pollitos, pero no acudimos al llamado. Desea protegernos, alimentarnos, guiarnos, mas no lo escuchamos.

Vemos, en nuestros días, almas que están hambrientas de alimento espiritual, mientras quienes pueden asistir a la Santa Misa y recibir los sacramentos, se mantienen indiferentes. Hay una indiferencia y frialdad ante la Santa Misa. Con gran facilidad y prontitud encuentran cualquier excusa para no asistir. Se manifiestan aburridos cuando si asisten. Ansiosos por que termine la santa Misa para poder regresar a sus ambiciones mundanas.

Vemos como se mantienen alejados del Sacramento de la Penitencia y la Sagrada Eucaristía. Al nosotros ver esto y considerar esta antipatía, no nos queda otra cosa que lloran con Nuestro Señor.

Nuestros verdaderos Pastores, observan y lloran con Nuestro Señor, buscando, de igual forma, entrar en el templo de nuestra alma, expulsando a los vendedores y compradores, para limpiar la jauría de ladrones que ha tomado posesión de estas.

Predican semana tras semana, tal y como lo hizo, en el templo, nuestro Señor Jesucristo.

Los deseos mundanos con las ocupaciones de este, que envuelven nuestro corazón y mente, a expensas de la devoción y amor por Dios, y Su santa Iglesia, son los mercaderes de nuestra alma. Nuestro cuerpo son Templo del Espíritu Santo y estas ambiciones mundanas han entrado y ocupado todo el espacio que pertenece a Dios. Los delincuentes han convertido nuestra alma en cueva de ladrones.

Cada pensamiento bueno, nos es robado, por estos delincuentes llamados pasiones. Al haber tomado posesión de la casa de Dios (nuestra alma) nuestras pasiones (ladrones), roban y asesinan nuestra alma. Llenándola de lujuria y deseos mundanos, para no dar oportunidad a escuchar la Palabra de Dios.

La pequeña semilla de la Fe, que los pastores tratan de plantar, es destruida o simplemente hecha a un lado para dejarla morir, por falta de nutrientes.

Es esto, realmente, una situación muy lamentable. La gente ha permitido que la Iglesia se llene de asuntos mundanos. Se han vuelto fríos e indiferentes a las palabras de quienes los aman, aún después de haberlos escuchado tantas veces.

¿Qué queda de estas ciudades, templos, almas, iglesias?

La inevitable destrucción, que Jesucristo ha predicho: “No quedará piedra sobre piedra”.

El edificio completo será destruido. Todo lo que parece que se construye con cosas materiales, es sólo una ilusión. La Iglesia y nuestra alma son realidades espirituales, forzadas a vivir en un mundo material temporalmente. Hacer a un lado estas cosas e ignorar las como pasajeras podrá ser el inicio de la construcción de edificios permanentes por toda la eternidad.

Muchos verán que sus esfuerzos, tan exitosos e impresionantes como aparezcan, aquí y ahora, son nada. Como nos lo dice el Rey Salomón: Vanidad de vanidades, todo es vanidad. Han comprado, vendido, robado todo tipo de bienes materiales, invertido, intercambiado, y construido grandes edificios en honor de la vanidad y el orgullo. En el día solemne del Juicio, verán todo esto destruirse en un instante. Se quedarán sin nada, humillados y confundidos despertarán a la realidad y verán cómo han pedido el tiempo y esfuerzo. Lo que creyeron haber construido, será realmente nada.

Contemplemos con seriedad, la escena que nos presenta el Evangelio de hoy, Nuestro Señor Jesucristo llorando sobre Jerusalén, para poder entender como llora por nosotros ahora.

Permitámosle que expulse a los vendedores y ladrones, del interior de nuestra alma, para poder escuchar Su Palabra. Al llamarnos como la gallina a sus pollitos, acudamos corriendo a Su encuentro, ante cualquier peligro para nuestra alma.

Una vez limpia nuestra alma y alimentados con Su palabra, empezaremos realmente a construir una estructura duradera que nos permita atesorar nuestra felicidad en el Cielo. Para poder limpiar las lagrimas de Nuestro Señor y llenar Su corazón de alegría.

Así sea

Friday, July 12, 2013

FESTIVIDAD DE SAN BUENAVENTURA

14 DE JULIO DE 2013

QUERIDOS HERMANOS:

Se relata que San Buenaventura fue curado de una fuerte enfermedad por San Francisco, cuando tenía cuatro años de edad. Su piadosa madre ofreció a su hijo a la Orden Seráfica, como agradecimiento por la recuperación de la salud.

San Buenaventura creció en sabiduría y gracia delante de Dios y de los hombres. Fue discípulo del gran Alejandro de Hales, quien decía que “Adán no hubo pecado en Buenaventura”, tal era la inocencia, piedad y amor de nuestro santo.

Si consideramos las ambiciones mundanas que se forman los padres, por sus hijos veremos que son muy superficiales. El hacerse de un buen hombre, en esta vida, es algo vacio. Y en muchas ocasiones es mucho menor al vacio ya que se pone en peligro la moral y el alma misma. Para avanzar en este mundo mucha gente compromete sus principios y toda moral.

Luego entonces debemos preguntarnos ¿qué valor tiene todo el avance tecnológico si es a consecuencia de ofender a Dios y merecer la condenación eterna? Cuando hacemos un examen exhaustivo de todo lo que se conoce como avances de este mundo nos damos cuento como lo decía Salomón: “Vanidad de vanidades y todo es vanidad”. Por eso vemos que mucha gente trabaja y labora, pagando un precio muy alto para obtener no otra cosa que aire caliente.

¡Cual diferente fue la visión de la madre de San Buenaventura y la de muchas otras santas! El mayor de los privilegios y beneficios que pudo esperar por su hijo, fue guiarlo al servicio de Dios. En el entrenamiento de su hijo, para servir a Dios, lo guió en la práctica de todas las virtudes. Su humildad, oración, penitencia e inocencia, fue cultivada y obtenida a su corta edad. Mientras acumulaba grandes tesoros en el Cielo, fue la voluntad de Dios manifestar su beneplácito ante los hombres.

Avanzó en la Orden de san Francisco. Como guía de la Orden, la revitalizó, al gado de que se le llegó a conocer como el Segundo Fundador de la Orden de San Francisco de Asís. Fue invitado, de igual forma a formar parte, como Príncipe de la Iglesia, obispo y cardenal. Cuando los dos Nuncios fueron a su convento para investirlo, con la insignia de su oficio, lo encontraron, humildemente lavando trastes.

Fue recompensado por su servicio fiel a Dios, tanto en esta vida como en la eternidad. Probablemente su madre, no se dio cuenta nunca del éxito que obtendría, al encomendárselo a la Orden de san Francisco de Asís. . Su mente estaba en la eternidad de su alma. Dios la recompensó con mucho más de lo que le había pedido.

Como doctor de la Iglesia, aprendemos del evangelio de hoy, que él es de quienes se menciona que son la sal de la tierra y la luz del mundo. San Buenaventura atribuye su sabiduría, conocimiento y agudeza, no a los libros o lecturas, sino más bien a la humilde y constante meditación de Jesucristo Crucificado.

Los católicos tenemos crucifijos en sus hogares, y en muchas ocasiones consigo mismos. Tristemente rara vez los volteamos a ver y meditamos sobre lo que significan y el gran amor de Dios por nosotros. Fallamos en estudiar y ver las perfecciones de Cristo, para poder nosotros practicar las virtudes. Fallamos en escuchar el llamado que nos hace a seguirlo, tomando todos los días nuestra cruz.
Procuramos y esperamos, tanto para nosotros como para nuestros hijos, una vida llena de plenitud y facilidades, en lugar de humilde, en la pobreza y el sufrimiento. Son ilusiones, materialistas y algo infantiles, ya que no hay lugar en esta vida sin tribulaciones de algún tipo u otro. Eso que pedimos si lo lograremos y podemos obtenerlo en la eternidad pero mientras tanto en esta vida debemos pagar algún precio. El costo es, la obediencia, humilde, voluntaria y servicio a Dios, en este mundo.

Padres de familia, se preocupan y dedican, al futuro de la vida de sus hijos, en este mundo. Dedican todo su tiempo sólo sobre el bienestar de sus cuerpos. Ya es tiempo de que busquen más cuidadosamente sobre el futuro y bienestar del alma de sus hijos. En lugar de procurar el amor por el dinero, el poder, prestigio etc. Fomenten desde el corazón y mente el amor de sus hijos por Dios. Usen los crucifijos a su alrededor para instruirlos y a ustedes mismos, en la escuela divina de la grandeza de la mente, corazón y alma. Ofrézcanle sus hijos a Dios y guíenlos sobre el camino a Dios, para de esta manera convertirse en la sal de la tierra y luz del mundo, y lo más importante, sus hijos serán esto mismo para los demás.

Vuestros hijos sobrepasaran a ustedes, en virtud y gracia, en lugar del vicio y el pecado. Estaremos realmente sorprendidos cuando nos demos cuenta en la eternidad el destino final a que Dios nos hubo encomendado y que la mayoría no siquiera se acercó a este, por su amor desordenado a las cosas de este mundo y temor a la Cruz.

La vida de san Buenaventura prueba fuera de toda duda que Dios no se limita en Su Generosidad. Tanto dio Buenaventura, que Dios se lo regresó al cien por ciento en esta vida y la vida eterna en la otra.

Meditando en Jesucristo Crucificado, obtengamos el valor y coraje para escuchar la voz de Dios y seguirlo todos los días de nuestra vida en nuestra cruz diaria.

Así sea

Monday, July 8, 2013

DOMINGO SEPTIMO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

7 DE JULIO DE 2013

QUERIDOS HERMANOS:

Todo lo que Dios ha creado, es bueno. Nos daremos cuenta que lo son, si observamos esto, con detenimiento. De igual forma nos daremos cuenta que existe mucha maldad en el mundo de hoy. Lo que representa un dilema, ya que debemos discernir lo moral de lo inmoral.

El evangelio de hoy nos presenta una clave, para poder discernir este dilema: “por sus frutos los conoceréis”. Todo, es bueno, lo que lo hace pecaminoso es la voluntad desordenada del hombre.

Cuando tomamos algo bueno y lo usamos para el mal o una actividad pecaminosa, producimos malos frutos. Lo cual no radica en el objeto material en sí mismo, sino en la voluntad humana.

En alguna ocasión hemos escuchado que “el amor al dinero, es la raíz de todos los males” muchas personas escuchan o leen esto y falsamente concluyen que el dinero (papel o moneda) es el malo. Esto es lo más alejado de la verdad que puede existir.
El dinero es bueno y útil cuando es obtenido y usado para lo que fue creado. El amor desordenado al dinero causa que la gente lo acumule o haga uso de medios malignos para obtenerlo.

Este amor desordenado al dinero es la causa de grandes sufrimientos e injusticias en el mundo. Aclarando que el problema no está en el dinero, sino en la voluntad mal intencionada del hombre.

Escuchamos de igual forma que “el poder corrompe” lo cual, tampoco es del todo correcto. El poder viene de Dios y es bueno. El mal uso o forma inadecuada de haberlo obtenido, es lo que lo hace malo.

Muchas falsas religiones motivan a la gente a rechazar toda autoridad porque este ejerce el poder, muchas han visto la maldad de quienes han o ejercen el poder. Lo que muchas veces se ignora es el beneficio que resulta de la autoridad y el poder.

Cuando vemos con los ojos de la fe, discernimos que toda autoridad y poder viene de Dios, y es bueno. Aún cuando el hombre malvado haga mal uso de este poder y autoridad, de manera maliciosa. Quienes obedecen pueden beneficiarse de esto al hacerlo por el amor de Dios. La vida de los santos testifica esta verdad una y otra vez, la obediencia humilde todo lo transforma, aún, si quienes la ejercen son inmorales.

En toda humildad obedecer y sufrir grandes persecuciones por la fiel y leal obediencia a todo lo que no es pecado ni en contra de nuestra conciencia. El fruto es manifiestamente bueno: “bienaventurados los que sufren persecución por la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos” (San Mateo 5,15)

Hay una cosa más que queremos mencionar y que ha sido creada por Dios y que es constantemente abuzado y usado para un propósito y fin malo. Nuestro cuerpo. La belleza es un don de Dios que se hace repulsivo cuando está envuelto de la vanidad y el orgullo.
Con frecuencia olvidamos que nuestro cuerpo es el Templo del Espíritu Santo. Dios viene a nosotros cuando estamos en estado de gracia. Su alegría es estar con nosotros físicamente.

Los demonios por otra parte, odian nuestro cuerpo y buscan por todos los medios, cualquier oportunidad para arrastrarnos al desfiladero, para de esta manera expulsar al Espíritu Santo fuera de nosotros.

Vemos, a todo nuestro alrededor, el incremento del “arte del cuerpo”, desfigurando y profanando la belleza dada por Dios al ser humano. No hay duda que algún “arte” tiene mérito y estética más no es en lo que nos debemos enfocar. Elk arte del hombre tan bueno como pueda ser no se compara con el arte Divino.

La causa de tal deshonra casi universal, es el resultado de la deshonra de la conciencia. Cuando Dios es expulsado de nuestra vida, nuestra alma deja de ser hermosa y en un intento por esconder esa maldad que habita en el alma, la gente desfigura su propio cuerpo con “arte”. Esto sin enfatizar que no ofrece ningún resultado razón por la que esta gente continúa agregando más y más “arte” a su cuerpo hasta que lo cubre todo.

Su alma se corrompe cada vez más y en un intento por esconder esta miseria, deshonra más su cuerpo, al grado de cómo podemos ver, se vuelven repulsivos tanto interna como externamente.

La reproducción humana está muy relacionada con el cuerpo, y este proceso, es bueno en sí. Sin embargo el uso desordenado de esta facultad reproductiva cambia lo bueno en algo pecaminoso. El acto reproductivo es físicamente el mismo tanto en estado de matrimonio como fuera de este. La diferencia está en la voluntad. En el matrimonio hay conformidad con la voluntad de Dios, es una unión por amor a Dios y el deseo de procrear hijos.

En las relaciones fuera del matrimonio, el acto reproductivo está relacionado con todo lo egocéntrico, haciendo a un lado el amor de Dios y en muchas ocasiones el propósito mismo del acto reproductivo, la procreación de los hijos. El pecado no está en el acto mismo, sino en la voluntad.

Aprendamos del evangelio de hoy, al observar los frutos a nuestro alrededor, para discernir entre el bien y el mal. Recordando siempre que todo lo que Dios hace, es bueno y que el mal, está en el uso o acciones pecaminosas que realiza el hombre en las cosas que Dios ha hecho buenas.

No caigamos en la trampa de declarar malo el cuerpo humano porque la desnudes abunde, y lleve a muchos a pecar.

Recordemos mejor que la belleza viene de Dios. No seamos seducidos por el cuerpo a pecar y a la deshonra, sino más bien elevemos nuestra mente y corazón hacia Dios, veamos Sus obras como algo bueno, que lo son. Condenemos el mal que el hombre ha hecho de estas.
Por compasión ayudemos a nuestro prójimo a voltear, de corazón y mente, su mirada hacia Dios. Para que los abusos de este mal no habiten en nosotros ni en ellos.

Así sea

Saturday, June 29, 2013

DOMINGO SEXTO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

30 DE JUNIO DE 2013

QUERIDOS HERMANOS:

Los Evangelios relatan dos ocasiones en los que Nuestro Señor multiplica los panes y los peces para alimentar a la gente. En uno de estos, alimenta a cinco mil hombres con cinco pedazos de pan; en esta ocasión lo hace alimentando a cuatro mil con siete pedazos de pan.

La primera de estas ocasiones va dirigida hacia los Israelitas, la segunda para los gentiles. En el primero vemos los cinco libros de Moisés que simbolizan (el Pentateuco). Los israelitas eran alimentados de estos cinco libros. En esta misma ocasión los vemos descansando sobre el pasto.

A los israelitas les fueron otorgadas muchas bendiciones de parte de Dios a través de la historia, sin embargo, continuaban ellos pegados a las cosas de este mundo y los placeres de esta vida. Vino, primero a ellos, realizó muchos milagros, para esta gente, sin embargo no levantaron el corazón a realidades mayores y espirituales, ni por amor.

Continuaron ansiosos por formar un reino en este mundo y siguieron a Jesucristo sólo porque este los guiara a ese reino terrenal, donde reinarían sobre las demás personas. Jesucristo trató de elevar el corazón voluble de estas personas y a una vida espiritual, en lugar de la vida temporal que dedicaban a adherirá a las leyes y reglamentación para lograr los beneficios mundanos, siendo negligentes en los beneficios celestiales.

Jesucristo los alimentó y muchos regresaron por esta razón o la salud que volvía a algunos de ellos. Esta es la razón por la que vemos a Jesucristo acercarse a las aguas y subir a la barca, para que estas personas no pudieran alcanzarlo.

Continuaba con la forma de imprimir en ellos la idea de una realidad espiritual y algo más allá del mundo físico. Al alejarse de ellos, estuvieron obligados a buscar una conexión espiritual. Lo mismo sucede con nosotros, estamos obligados a buscar una conexión espiritual con Dios.

Mucho son obligados por las circunstancias físicas, a unirse de manera espiritual con la Santa Misa y los Sacramentos y en cierta manera escuchar, por así decirlo la voz de Dios, a la distancia. Están obligados a depender no ya a la comida terrenal y bendiciones que Dios ha mandado a este mundo, sino más bien a elevar sus corazón y mente a las realidades espirituales y buscar profundamente en la verdadera fe y consecuentemente en la verdadera vida.

El segundo acontecimiento hace referencia a los gentiles. Han venido desde muy lejos y son de igual manera mundanos, pero están más inclinados a la fe en Dios sin confusión del Reinado en este mundo.

Los siete pedazos de pan simbolizan los siete dones del Espíritu Santo. “El espíritu de sabiduría e inteligencia, concejo y fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios” “Y recibirán la plenitud del Espíritu del temor de Dios (Isaías 11,2). Este es un regalo mucho mayor que el Pentateuco. Toda vez que los gentiles venían de más lejos y no seguían la Ley, sin embargo buscaban alcanzar una vida espiritual mayor. Vemos a este grupo sentados sobre la tierra y no el pasto, de esta manera menospreciaba las cosas mundanas.

En los primeros, se habla de doce canastas llenas del Espíritu Santo; en esta hay siete canastas o siete Iglesias o siete candelabros de oro. (Apocalipsis 1.4, 20). En el primero hay dos peces, simbolizando los profetas y la predicación de San Juan Bautista; en el segundo hay un número no descifrado de dones de la gracia, como lo dice el Apóstol: “el uno, por el Espíritu, se le ha dado la Palabra de Sabiduría, a otro la palabra de Inteligencia, a otro profecía, don de lenguas, interpretación. Pero todas estas cosas sólo son obra de un mismo Espíritu. (1 COR. 12,8).

San Máximo, Obispo, dice: “nosotros que creemos en Nuestro Señor Jesucristo, no por medio de la Ley sino la fe, quienes estamos redimidos, no por sus obras sino por la gracia misma, que estamos llenos, no de los cinco pedazos de paz, es decir por los Cinco libros de Moisés, sino por los siete dones del Espíritu Santo, como lo profetizó el bienaventurado Isaías al decir: “ el uno, por el Espíritu, se le ha dado la Palabra de Sabiduría, a otro la palabra de Inteligencia, a otro profecía, don de lenguas, interpretación, temor de Dios”. Continuemos en esta gracia de los Siete dones espirituales, a los que hemos sido llamados y llenos del Espíritu Santo (Act ii, 38), por medio de Nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina en unión del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos, amen.

Saturday, June 15, 2013

DOMINGO CUARTO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

16 DE JUNIO DE 2013

Queridos Hermanos:

Nuestro señor mientras estuvo en este mundo sanó el cuerpo de muchas personas con sólo tocarlos y en ocasiones con su mera presencia. La gente buscó en Él la salud corporal y en esta ansiedad por las ventajas de sus cuerpos, se perdieron de un don mucho mayor, la salud de su alma.

Con frecuencia nos comportamos de la misma manera. Nos acercamos a Dios sólo por bienes o bendiciones materiales. Pedimos por salud, larga vida, paz. Comodidades etc. Al hacer esto nos perdemos de muchas gracias. Aunque estos bienes corporales no son malos, no son sin embargo las mayores bendiciones que podemos recibir.

Para que pudiera nuestro Señor sanar las almas de la gente, fue necesario subir a la barca y dejar a la gente en la playa. Necesitó separarse físicamente de la gente para que recibieran salud espiritual.

Lo mismo sucede con nosotros. Con frecuencia Dios debe alejar de nosotros muchas bendiciones físicas que generosamente nos ha dado, para que logremos elevar nuestro corazón, fuera de este mundo para poder ver los dones espirituales.

Encontramos en el mundo de hoy a muchos que se dicen católicos que sólo buscan los bienes materiales. Cuando los modernistas tomaron posesión de la casa de Dios, muchos desearon recuperar las estatuas, el altar, los hermosos himnos, la solemnidad, el latín y muchas otras cosas materiales o todo aquello que fue eliminado.

Quienes se autodenominan “tradicionalistas” buscaron (y aun buscan) sólo estos bienes materiales. Cayeron en el error materialista, buscando sólo la Misa en Latín, sin considerar la verdad ni el orden. Muchos se robaron la frase de “lo que importa es la Misa”, como si las manifestaciones externas fuera todo lo que importa.

La frase que dice “que la regla de la forma en que se ora es la regla en que se cree”, es verdad y estas cosas materiales son muy importantes, mas la indiferencia a los aspectos espirituales de la doctrina y la disciplina fue un error mortal.

Los “tradicionalistas” buscan simbolismos más que verdadero orden. No encontraron ningún problema en atacarse entre ellos mismos, o a cualquier otro hereje y cismáticos, lo que les importaba es que estos o aquellos dijeran la Misa en Latín.

Los hubo incluso quienes se presentaron como sacerdotes, sin serlo, al ser invalida su ordenación. Los tradicionalistas encontraron los símbolos y señales externas (los bienes materiales) que estaban buscando pero en su deseo y entusiasmo obstruyeron y se limitaron a recibir algún otro bien material y gracia para su alma. Encontraron hermosas estatuas, iglesias, altares, música sacra en latín, procesiones, ceremonias etc. Y puesto que esto es todo lo que andaban buscando, eso fue todo lo que encontraron. Tienen todo, más no la gracia.

Dios ha retirado de estas sectas, en un intento por despertarlos y hacerlos que eleven su corazón a n bien mucho mayor, los dones espirituales. Trágicamente, la mayoría parece contenta con sólo los bienes materiales de la iglesia, sin necesidad de lo espiritual.
Aún encontramos parte de estos bienes materiales como restos de la fe en las iglesias modernistas. No hay duda que poseen altares, estatuas música hermosa etc. Muchas de estas son inspiradoras. Más no lo que no tienen es la Gracia. Dios los ha abandonado y se encuentra ahora, en la barca buscando captar su atención a cosas mejores, mas no lo pueden escuchar al estar entretenidos sólo en los bienes de este mundo.

San Francisco, imitando a Cristo, se hizo indiferente a las cosas mundanas para casarse con la pobreza y la simplicidad. Al costo de los bienes materiales, buscó mejores y mayores bienes espirituales, para el alma. Hoy día, en la verdadera Iglesia y los verdaderos seguidores de san Francisco, buscamos con humildad esta sencillez de corazón. No es un menosprecio a los símbolos de la fe, pero si es mucho mejor, buscar lo espiritual para que nos guie.

Esto es lo que hace que muchos desprecien y rechacen la fe que les llevamos en el nombre de Cristo.

Cuando consideramos que en cada Misa Valida, la transubstanciación se realiza, y Dios se hace presente en Cuerpo y Alma, nos damos cuenta que, en ese preciso momento, el Cielo se acerca a este mundo y no hay ninguna otra cosa mejor o mayor donde vivir.
Las preciosas iglesias en el Vaticano o cualquier otro lugar, bajo la posesión de los modernista y aún las que están en posesión de los tradicionalistas, no se comparan para nada con esta parte del Cielo que recibimos.

Los humildes frailes en sus capillas y oratorios ofreciendo el Sacrificio de la Misa en toda verdad espiritual y verdadero orden, poseen mucho más que todos esos templos y todo el mundo combinado.

Procuremos buscar siempre a Jesucristo en la barca, dispuestos a dejar todas las cosas de este mundo para poder recibir los bienes del cielo y del alma.

¿Qué es, lo que los modernistas y tradicionalistas tienen en sus iglesias, obras de arte y ceremonias, cuando no tienen la gracia?
Es como lo dice Salomón:

¡Vanidad de vanidades y todo es vanidad!

Es el vacío. Lo que los tradicionalistas, tienen al seguir estas cosas materiales.

El arca de Pedro consiste en la verdad, verdadero orden y doctrina más no es la presencia física de sus ceremonias y templos. Debemos encaminarnos hacia las cosas espirituales. La Iglesia usa estos dones materiales pero no como fin, en sí mismos.
No cometamos en error de olvidarnos del alma y el verdadero orden de autoridad y doctrina, para buscar los símbolos materiales externos de la fe.

No rechacemos la verdad por ser presentada como humildad y modestia. La fe que salva no se encuentra en las iglesias majestuosas, sino en la humilde y sencilla porciúncula de nuestros días (pequeña fracción) de los Franciscanos.

Imitemos a Jesucristo al dar gracias a Dios por haber ocultado las Verdades Espirituales de los orgullosos y arrogantes de este mundo para revelarlos a los humildes.

ASÍ SEA

Saturday, June 8, 2013

DOMINGO TERCERO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

9 DE JUNIO DE 2013

QUERIDOS HERMANOS:

Nosotros, como seres humanos formamos un ciento o decimo de la creación racional de Dios. El noveno coro de ángeles en el cielo representa para nosotros las nueve monedas o las noventa y nueve ovejas. Sin el hombre, el rebaño de Dios está incompleto.

Cristo ha venido a regresarnos al lugar adecuado que Dios ha designado para nosotros. En este sentido Cristo es tanto el pastor como la mujer. Somos la oveja perdida y la moneda extraviada.

Jesucristo dejó a todos los ángeles seguros en el cielo para venir a rescatarnos. Al regresarnos a SU rebaño ni nos castiga ni regaña. El pastor no golpea a la oveja ni la arroya, sino más bien, la toma entre sus brazos y la coloca diligentemente sobre sus hombros. Hemos estado mucho tiempo alejados del rebaño y estamos agotados en nuestro delirio.

Hemos estado buscando la alegría y felicidad, hemos estado buscando nuestro hogar, pero en todos los lugares equivocadas.

Esto nos ha reducido a la lamentable condición de oveja perdida que es presa fácil de los lobos rapaces (demonios). Incapaces de encontrar la salida o regresar por nuestra propia fuerza, Jesucristo lo hace todo por nosotros.

Nos redime, pagando el precio de nuestros pecados, sobre la cruz. Nos nutre y da fuerza por la gracia de los Sacramentos. Lo único que debemos hacer es de manera paciente y voluntaria recibir las ministraciones de Jesucristo. Esto deberá hacer el número suficiente de hombres para llenar y completar el cielo.

Los que se salven completarán el diez o ciento, que se requiere para completar el número de habitantes del cielo para que este completo, perfecto.

Jesucristo de la misma manera se nos presenta como la mujer que busca la moneda extraviada. Nosotros. En la cual está impresa la imagen del Rey. Sobre nuestra alma esta la marca imborrable de Dios, puesta ahí al momento de nuestro bautizo. Ilumina la luz de la fe en toda la casa, para que podamos ser encontrados. Cuando la luz de la fe brilla sobre nosotros seremos capaces de discernir la imagen de Dios dentro de nosotros. A pesar de haberlo ofendido tanto, Su imagen permanece en nosotros.

Algunos de los Padres de la Iglesia representan para nosotros a Cristo como el Pastor, y la mujer como la Iglesia, Dios viene a este mundo a salvar lo que estaba perdido, la humanidad. La cual es encontrada y salvada, cuando el número de los elegidos se complete. La Iglesia brilla la gracia de Dios sobre las almas, limpia las conciencias y corazones exhibiendo los pecados y la maldad en nuestra alma. A través de esta luz y limpieza, la Iglesia nos encuentra y regresa a la unidad con los ángeles en el Cielo.

Mientras es verdad que todo depende la gracia de Dios y que no hay nada que logremos hacer nosotros por mérito propio para recibir estas maravillosas gracias, es de igual forma verdad que debemos cooperar con la gracia que ya se nos ha dado, para recibir gracias mayores.

Debemos permitir que el pastor no sólo nos encuentre, sino que debemos además permitirle que se acerque a nosotros y nos levante llevándonos en hombres con el resto de Su rebaño, al cielo.

En muchas ocasiones los pecadores no desean ser encontrados y acercados a Dios, mucho menos ser colocados sobre Sus hombros para ser llevados a una vida de santidad. Al acercarse Dios a su conciencia ellos corren para el sentido contrario rechazando la gracia de Dios.

Si consideramos la ministración de la Iglesia, exponiendo y elucidando las verdades de fe y con frecuencia exhibiendo los males de nuestra vida invitándonos al arrepentimiento y unión a Su Cuerpo Místico, con frecuencia los pecadores se rehúsan escucharla, incluso al grado de rechazarla.

Deciden rechazar la luz que ella resplandece convenciéndose muchas veces a sí mismos que esa luz es la oscuridad; y la oscuridad de su vida desordenada y perversa se engañan diciendo que es la luz. Al rechazar la luz y la verdad se rehúsan a ser encontrados y regresan con los demás y dejar de ser contados como los que completan la totalidad.

No es suficiente creer, ya nos lo dicen las Sagradas Escrituras, la fe sin obras está muerta. Cristo nos dice que si creemos en Él guardaremos Su Palabra, etc. Etc.

Debemos detenernos por un momento a descansar, para que logremos ver la verdad de lo que está pasando. El pecador debe hacer una pausa en sus pecados, para que deje de correr salvajemente en su pecado, en esta pausa, el Pastor podrá acercársele, y la luz de la Santa Madre Iglesia, brillar sobre nuestras vidas y pueda descubrir la desesperante situación que todo pecador se encuentre.

Además no debemos temer a que se acerque el Pastor, sino más bien darle la bienvenida, sabiendo que viene a ayudarnos y salvarnos. Los falsos placeres del pecado deben ahora ser odiados por habernos alejado tanto de Dios, para que nuestro amor por Él empiece a crecer.

La luz de la verdad que nuestra santa madre Iglesia resplandece sobre nosotros y nuestras vidas que no nos dejen ciegos y llenos de temor, sino más bien, debemos recibirla y buscarla para que nos ilumine cada momento y partícula de nuestra alma, para que toda mancha de maldad sea expuesta y humillada, arrepentida y confesada para que de esta manera sea arrancada de raíz, para que deje limpia nuestra morada.

Por último, debemos correr con gran fe, esperanza y caridad a los brazos de Cristo, para de igual forma regresar a una vida noble y santa dentro de la Iglesia, renovando la imagen de Dios sobre nuestra alma con los Sacramentos.

Al alcanzar este estado final por amor a Dios y la Iglesia seremos como Cristo, buscando a nuestro prójimo que ha caído y se ha extraviado, para regresarlo al amor de Dios y la Iglesia.

Así sea

Saturday, June 1, 2013

SEGUNDO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

2 DE JUNIO DE 2013

Queridos Hermanos:

Nuestro Señor ha invitado a Sus elegido a La Cena. Sus elegidos son todos aquellos que han recibido la gracia de la Fe. En el mundo de hoy esto lo vemos en los católicos. En tiempo de Cristo nuestro Señor, los fieles de las tribus de Israel.

Es una Cena, el último alimento del día, y no a una comida, a la que nos invita Jesucristo. Evidentemente es Él que invita a Su Cena. Esta cena es el Reino de Dios en la tierra, la verdadera Iglesia Católica. Es la última oportunidad de salvación. Fuera de la cual no hay salvación. Quienes rechazan asistir y rechazar recibirlo en sus cuerpos en la Sagrada Eucaristía, no tienen vida en ellos.

En estos últimos días, Nuestro Señor, nuevamente nos invita a la Iglesia y comprobar la bondad de Dios. Desafortunadamente, la mayoría de quienes han recibido esta invitación la han rechazado, creyendo tener cosas más importantes por hacer o que encontrarán mayor felicidad en las cosas de este mundo.

San Gregorio nos dice que los apetitos de nuestro cuerpo están ordenados de manera que deseamos mucho lo que no tenemos, y que una vez que lo hemos obtenido pierden todo o la mayor parte de apetencia.

Los tres ejemplos que nos da el evangelio de hoy, nos refieren estos apetitos: Lujuria (me he casado y no puedo asistir), avaricia (he comprado una granja y debo ir a verla), y la curiosidad (he comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlas). Las cinco yuntas representan a los cinco sentidos, que usualmente vienen en pares.

En la búsqueda de estos apetitos debemos todos confesar que el gozo esta primero en la “anticipación” más que en la “participación” de estos. Alguien en cierta ocasión menciono que los placeres del cuerpo son el 95 % anticipación y sólo el 5 % participación.
Por lo tanto este deseo ardiente de nuestros apetitos carnales es una ilusión de nuestra naturaleza caída y débil. El malestar que acompaña la saciedad es una confirmación constante de esta verdad. Si somos inteligentes descubriremos rápidamente, basándonos en nuestra propia experiencia, lo que san Agustín busca prevenirnos y evitar que aprendamos en malas experiencias. Nuestro corazón está hecho sólo para Dios: “nuestro corazón no descansará hasta descansar en Ti”

Estas atracciones falsas, de los apetitos carnales y nuestra propia estupidez de rechazar aprender de los errores de los demás y experiencias propias son suficientemente malos. Pero lo que es peor es que ante la presión por alcanzar estos apetitos carnales nos olvidamos por completo de los bienes espirituales. Frecuentemente somos como el perro que se traga su propio vomito, o el tonto que constantemente hace lo mismo esperando resultados diferentes. Los apetitos carnales se mantienen ofreciéndonos la felicidad pero invariablemente y siempre nos decepcionan.

Los apetitos espirituales por otra parte trabajan de manera diametralmente diferente. Cuando consideramos, ante todo el gozo del alma aparenta tener muy poco o nada de atracción. La anticipación parece marcar sólo el “5 %” de gozo o satisfacción. El otro 95 % del gozo y satisfacción sólo llega con la “participación”.

Todos los que han acudido a la invitación de la Cena, empiezan en este mundo a saborear algunos deleites espirituales. Al así hacerlo los apetitos, deseos, del alma se incrementan. Mientras más los recibimos más fuerte es nuestro deseo por más. No existe la saciedad ni el malestar para nuestra alma.

Mientras que en nuestro cuerpo estamos inclinados más a creer en las ilusiones y decepciones delo material e ignorar las promesas y gozos del mundo espiritual. Es sólo cooperando con la gracia de la fe que podemos alejarnos de los gozos y anticipaciones de los placeres del mundo. Para acercarnos a participar de los dones espirituales.

Muchos no pueden hacer a un lado sus apetitos carnales para buscar alcanzar la Cena Espiritual al ver la soledad de esta y, los pecados de los siervos que los han invitado. Con que frecuencia escuchamos decir a la gente que ya no acuden a la iglesia y los sacramentos por culpa de este a aquel sacerdote. Matan de hambre su alma porque detestan al mensajero. El siervo no es el Amo. La Cena no la da el siervo sino Dios.

No rechacemos a Dios y Su gracia, por las faltas de Sus siervos.

Si quienes hemos sido invitados no acudimos a esta, seremos eternamente excluidos. Por lo tanto se nos negara por siempre los gozos espirituales y los placeres de este mundo probarán muy pronto lo que realmente son, ilusiones. Lo que nos dejará por siempre atormentados y con un remordimiento sin fin. Y muchos de los que despreciamos y vimos como inferiores, tomarán nuestro lugar.

Los pecadores y menospreciados de este mundo llenos de miseria, sufrimiento y bajeza, después de que realmente sean humildes, serán quienes llenen el salón de esta Cena.

Nuestros pecados y miseria espiritual no son obstáculos tal vez sean un beneficio si realmente nos arrepentimos y humildemente perdimos perdón. Nuestra miseria si cooperamos con los ministros de Dios, puede ayudarnos a ingresar a la Cena que nos espera en el Cielo.

Aprendamos a rechazar los apetitos y placeres de este mundo y nuestra carne. Para acudir con humildad a los placeres del espíritu. De esta manera jamás sentiremos la falta de saciedad, sino que estaremos siempre repletos de gozo y desearemos siempre más y mayor alimento espiritual.

Así sea

Saturday, May 25, 2013

FESTIVIDAD DE LA SANTISIMA TRINIDAD

26 DE MAYO DE 2013

QUERIDOS HERMANOS:

Una doctrina principal es puesta ante nosotros este día, para nuestra consideración, inspiración y adoración. Es un misterio de fe que sólo puede ser apreciada por el alma humilde y sincera sumisión de nuestra memoria, entendimiento y voluntad, ante la incomprensible revelación de Dios.

Hay un solo Dios, sin embargo hay Tres Personas Divinas en Dios: EL Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Cada persona es separada de la otra. EL Hijo no es el Padre, el Padre no es el Hijo, el Espíritu Santo no es el Padre; el Padre no es el espíritu Santo. El Espíritu Santo no es el Hijo y el Hijo no es el Espíritu Santo.

EL Padre es Dios; el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios.

Este es un misterio más allá de nuestra comprensión pero que es puesta ante nosotros por Dios y la Iglesia, para ser creída. Lamentablemente muchos confiando en su endeble intelecto han decidido no creer este Misterio, separándose de la Iglesia, la gracia y la vida eterna.
Dios insiste en la sumisión de nuestro intelecto y voluntad en toda humildad como prerrequisito para la vida eterna en el Cielo.
Vemos la separación de estas Tres Personas en el bautismo de Jesús por san Juan en el rio. Jesús Hijo acudió al rio, el Espíritu Santo descendió sobre este en forma de paloma. El Padre habló desde el Cielo. Aunque está separado el uno del otro, todos actúan como uno sólo.

En la Encarnación vemos que el Hijo se hizo hombre. Ni el Padre, ni el Espíritu Santo se hicieron hombre, y nació de la Virgen María. Tanto el Padre como el Espíritu Santo coopero con la Encarnación. El Padre envía al Hijo, decimos en el Credo que Jesucristo fue concebido por la Virgen por el poder del Espíritu Santo. Los Tres actuaron como uno pero sólo Uno, el Hijo de Dios se hizo hombre.

San Agustín en un intento por aclarar un poco más este misterio, mira a nuestra misma naturaleza hecha a imagen y semejanza de Dios, para encontrar un reflejo de estas personas separadas mas actuando como una sola; encuentra en nosotros un triple poder en nuestra alma: memoria, entendimiento y voluntad. Y ninguno es el mismo cada uno está separado. En todas nuestras acciones la memoria, el entendimiento y la voluntad actúan como uno sólo.

San Agustín nos previene que si empezamos a imaginar que entendemos este misterio, estamos en un error. Es un misterio más allá de los poderes de nuestra naturaleza. Podemos ver la similitud de este misterio en toda la creación y con la gracia de Dios creer, pero su total comprensión es fuera de nuestro alcance. Esta distancia es desde lo más alto hasta lo bajo, de lo finito a lo infinito, de lo creado al Creador.

Este misterio y doctrina es esencial para nuestra salvación, mientras que al mismo tiempo está fuera de alcance de nuestra naturaleza caída. Debemos tener mucho cuidado de no colocar en lugar inadecuado este misterio como algo no importante o insignificante. Mientras que al mismo tiempo debemos tener cuidado de no llenarnos de vanidad y orgullo diabólico al pensar que lo entendemos.

Es bien sabido el relato de San Agustín, que comenta que mientras paseaba en la orilla de mar, se le apareció un ángel en forma de niño, vaciando en un recipiente agua del océano en un pequeño orificio sobre la arena, tratando de llenarla, y al cuestionarle san Agustín y decirle que sería imposible vaciar todo el océano en ese agujero, a lo que le responde el niño que es más fácil para el vaciar todo el océano que para San Agustín entender el misterio de la Santísima Trinidad.

Dios exige esta fe y confianza de nuestra parte como necesaria para la recepción de Su Gracia. Requiere que humildemente admitamos y aceptemos la limitación de nuestro intelecto. El Orgulloso y el vanidoso no entraran a Este Reino. Debemos aceptar lo que nos ha enseñado por el simple hecho de Su Palabra. Debemos aceptarlo con gran confianza de la inocencia de los niños.

Dejemos en el silencio de nuestro corazón y alma contemplar este misterio en el Ser de Dios. Para que en esta contemplación se pueda incrementar nuestro amor y hacer a un lado todo vacío por entender sin fe. Para que al mismo tiempo se incremente nuestro amor por Dios y este gran Misterio.

Que nos queda, sino adorar esta majestuosidad y maravilla del misterio que se nos presenta para nuestra santificación. Que durante todos nuestros días repitamos siempre y recordemos este misterio sobre todo cuando hacemos la señal de la cruz confirmando y fortaleciendo nuestra fe.

Cuan incomprensibles son Sus Juicios e inescrutables su caminos.


Amén

Saturday, May 18, 2013

DOMINGO DE PENTECOSTES

19 DE MAYO DE 2013

QUERIDOS HERMANOS:

El día de hoy se nos recuerda nuevamente sobre la forma de actuar del Espíritu Santo. Esta tercera Persona de la Santísima Trinidad, conocida también como el Dios del Amor, que ha estado con la Iglesia Católica desde sus inicios y continuara con Ella, hasta la consumación de los siglos.

El mundo y el demonio se encuentran muy activos buscando imitar y destruir las obras del Espíritu Santo. Hemos considerado los anti Cristo, los antipapas, pero muy rara vez nos ponemos a considerar el anti espíritu. Esto es con lo que estamos tratando con mayor frecuencia. Los demonios se nos presentan como ángel de luz, introduciendo de esta manera una falsa espiritualidad. Se burlan del Espíritu Santo, de esta manera, escandalizando a la mayoría que no es capaz o no quiere discernir los espíritus.

No existe la menor duda que hay un espíritu que mueve a los Modernistas, a los Cismáticos y herejías, pero no es el Espíritu Santo. Podremos llamar esta influencia sobre las falsas religiones como un anti espíritu. Así, como es apodado el demonio como el simulador de Cristo, de la misma manera los demonios se burlan del Espíritu Santo. Es necesario que haya el escándalo, como nos lo dice Nuestro Señor, (las falsas Iglesias, falsos Papas, falsos Cristo y falsos espíritus traen consigo abundantes escándalos), repetimos con nuestro Señor, hay de aquellos de quien viene el escándalo. Sería para estos mejor no haber nacido nunca.

En el ritual del Exorcismo de la Iglesia Católica vemos que los demonios son llamados “Maestros de los herejes”.

Debemos estar siempre alerta y probar el espíritu asegurándonos que no somos engañados. Los anti espíritus, como los anti Cristo y los anti Papas no dejaran nunca de buscar la forma de alejar las almas de Dios, la falsa “paz” y “bienestar” que acompaña el aceptar o reconocer estas falsas religiones vienen acompañadas del sacrificio de la verdadera paz y bienestar con Dios in el Cielo.
Leemos como en el Antiguo Testamento, después del Diluvio, que el hombre dudó de la Palabra de Dios, al construir una torre para escapar de algún otro diluvio en el futuro que Dios les mandare, y como castigo Dios dividió su idioma en lenguas. Lo que conocemos como la torre de Babel.

San Juan Crisóstomo nos dice como el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles como lenguas de fuego y dio a la Iglesia la capacidad para unir a la gente nuevamente.

Cuando Nuestro Señor les da a los apóstoles la orden de predicar a todas las naciones de la tierra, se encontraban con la disyuntiva de quien iría a donde. El Espíritu Santo aclara esto en día de Pentecostés por la lengua que le fue dado a cada uno.

Vemos nuevamente a los demonios imitando y burlándose del don de lenguas en las falsas religiones. Las personas palidecen, balbucean, se desfallecen bajo la influencia del espíritu, pero que no es el Espíritu Santo. El verdadero don de lenguas hizo a los apóstoles entenderse por sus compañeros: el don de los demonios es inteligible, no es otra cosa más que balbuceo diabólico.

Los demonios han estado tratando de dividir para vencer por medio de sus lenguas, como Dios dividió las lenguas de los hombres del Antiguo Testamento. Dios y la Iglesia están buscando unir en un solo cuerpo todas las lenguas.

Los demonios buscan falsificar y burlarse de las obras del Espíritu Santo en esta manera. Vemos el anti espíritu en el tentador conocimiento universal y aceptación de todas y cada una de las religiones falsas, acarreando el mal encaminado ecumenismo. La única religión que se le ha negado y reconocido o aceptación de Una Iglesia Mundial, es la Iglesias Católica guiada por el Espíritu Santo.

Celebramos este domingo de Pentecostés con admiración los dones del Espíritu Santo, dentro de la Iglesia, mientras que al mismo tiempo nos llena de tristeza saber cómo hay muchas personas que no escuchan al Espíritu Santo, al no escuchar a la Iglesia. Al declarar la libertad de su propio espíritu, su única devoción y su única religión, con esto dividen al rebaño de Cristo, luego entonces están destruyendo las obras del Espíritu Santo.

La Iglesia recibe a todas las personas, pero sólo cuando creen y son bautizadas. Quienes no creen y no son bautizados no tienen ninguna unidad real con el Cuerpo Místico de Jesucristo. Se debe creer todo lo que Cristo ha enseñado por medio de Su Iglesia. Negar una sola doctrina de esta es negar todas y consecuentemente negar a Jesucristo. Estos como nos lo dice San Pio X, ya no son miembros da la Iglesia, han sido expulsados. No puede haber ya ninguna unidad con esta gente.

En el rito del Bautismo la persona a ser bautizada renuncia al demonio y a todas sus obras para abrazar a Jesucristo y todo lo que Él hace. Para convertirse, el bautizado en enemigo de este mundo y del demonio y quienes están bajo la influencia de este. No hay ninguna unidad con estos ni la puede haber, nunca.

La verdadera unidad con el Espíritu Santo se logra sólo con la renunciación a los demonios y todas las falsas religiones, abrazando a Cristo y a su Iglesia, que es Una, Santa, Católica y Apostólica.

Así sea

Saturday, May 11, 2013

DOMINGO DESPUÉS DE LA ASCENCIÓN

12 DE MAYO DE 2013

QUERIDOS HERMANOS:

Cuando Jesucristo vino a este mundo en la Encarnación, tomo nuestro cuerpo y sangre, sin separarse de Su Padre Celestial. Él y el Padre son uno sólo. Cuando vemos al Padre vemos de igual manera al Hijo. Lo opuesto es igualmente verdadero. Cuando Jesucristo ascendió al Cielo, no nos abandonó, sino que permanece con nosotros. Es Uno con nosotros.

Jesucristo ha tomado nuestra humanidad a lo más alto del Cielo. Cuando Él va, la humanidad va con Él. Porque es la cabeza de esta. (Tanto como Dios nuestro creador, como Dios nuestro Redentor).

Por medio de Jesucristo, no sólo se han abierto las puertas del Cielo, para la humanidad, sino que además, el hombre es invitado a ascender con Jesucristo a lo más alto del Cielo.

Mientras Jesucristo caminó por este mundo, realizó muchos milagros dando testimonio de Su Divinidad. Sin embargo, les fue difícil a los apóstoles, a sus discípulos y aúna nosotros, concebir esta Divinidad, por lo que se unen en su humanidad. Fue necesario que Jesucristo los dejara y que viniera, el Espíritu Santo sobre ellos para que entendieran mejor y apreciaran la divinidad de Jesucristo.

San León el Grande dice: “Fue entonces, mis carísimos, el Hijo del hombre, el Hijo de Dios, fue conocido de un amanera más perfecta y santa. Cuando fue tomado hacia la majestad de la gloria del Padre, y en una manera más inexplicable hacerse presente para nosotros en Su Divinidad, al hacerse más remota Su humanidad.

Para iniciarse una fe más instruida, en la que se una más a aquel Hijo que es igual que el Padre, sin la necesidad de tocar la substancia física en Cristo, en la que es con el Padre. Al permanecer la naturaleza de Su cuerpo glorificado, la fe los creyentes empieza a ser llamada con el Unigénito, que es el mismo con el Padre, para que pueda ser sentido, no sólo por la mano de nuestro cuerpo sino de un amanera más espiritual de entenderlo”.

“Por esto eso que el Señor, le dice a María Magdalena, cuando, representando a la Iglesia, se acerca para tocarlo: No me toques, porque o he ascendido a mi Padre”, es decir no quiero que me abordes de manera física, para que me conozcas. Deseo que esperen para lo mejor, estoy preparándoles algo extraordinario. Cuando haya ascendido a mi Padre podrán tocarme de manera más perfecta y verdadera. Porque conocerán lo que no tocan y creerán lo que no ven”.

Los apóstoles vieron ascender a Nuestro Señor al Cielo y se les instruyó que en la misma manera regresará a este mundo. Desde ese momento hasta el final de los tiempos, los verdaderos fieles esperan Su regreso. Resucitarán los muertos, reanimados con su alma, para estar frente a Jesucristo como nuestro juez. Los que lo han amado se regocijarán por la llegada de ese día. Quienes han creído y visto por la fe, verán ahora en la carne. El cuerpo místico de Jesucristo (la Iglesia) se unirá a Su Cabeza, Jesucristo.

El mundo se renovará o re-creará. Nuestro cuerpo será como el de Jesucristo, con todos sus atributos Gloriosos, con los demonios y toda maldad expulsada, la tierra finalmente cumplirá el deseo su Creador. El Paraíso se extenderá con todo su esplendor y gloria para llenar la tierra.

Siempre se han regocijado los santos con la Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo, ahora nos toca a nosotros. Que maravilloso habrá sido caminar, escuchar, tocar y caminar con nuestro Señor, cuando estaba en la tierra, entonces nuestra fe tendrá el obstáculo de la humanidad de Jesucristo constantemente en el camino de ver Su Divinidad.

Dios ha escogido el tiempo exacto y perfecto para nuestra vida. La historia nos dice que Cristo es verdaderamente Hombre y nuestra fe nos dice que es verdaderamente Divino. Al contemplar SU Divinidad y gloria llena nuestro corazón con alegría y nos prepara para hacer todo lo que necesitamos para seguirlo.

Como recompensa por esta nuestra fe, se nos da la esperanza de ver la gloria de su presencia Humana y Divina, por toda la eternidad. Nuestra alma estará llena de todo lo anhelado, y nuestro cuerpo lleno de todo lo que pueda desear.

Al ir Cristo, nuestra cabeza, al Cielo, sentimos una cierta perdida y por lo tanto, tristeza. Mientras que al mismo tiempo, existe un gran regocijo al saber que Jesucristo está con ÉL Padre, donde pertenece; y que muy pronto, si somos fieles y los amamos, estaremos algún día con ÉL por toda la eternidad.

La tristeza es rápidamente mitigada porque tenemos la promesa de Cristo, del Espíritu Santo. Por medio del cual, como Tercera persona de la Santísima Trinidad, obtenemos todas las gracias que necesitamos para creer y obrar para hacer de esta gloria futura, un gran gozo en el presente.

Así sea


Saturday, May 4, 2013

DOMINGO QUINTO DESPUÉS DE PÁSCUA


5 DE MAYO 2013

QUERIDOS HERMANOS:

El día de hoy, recibimos una instrucción muy profunda sobre la oración:

“Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea completo”.

No rezamos en silabas, ni en el tamaño de estas oraciones, es con el corazón y con la intensidad (sinceridad y confianza), que hacemos oración. Ni tampoco importa el lugar donde nos encontremos físicamente, que es tan importante cuando oramos sino la ubicación de nuestro corazón y mente., en ese momento.

No necesitamos decir mucho. Dios no necesita una multitud de palabras para saber que hay en nuestro corazón y mente. Es más bien el elevar nuestro corazón y mente a Dios, a la hora de orar. Constantemente nos lo recuerda san Pablo. Tal vez, nos hemos constantemente, preguntado cómo es que debemos orar. Debemos constantemente y con frecuencia levantar nuestro corazón a Dios.

Vivir con Dios antes que todo lo demás, con nuestros pensamientos, hacer todo por Él y en ÉL., esta es la forma en que debemos orar. Al levantarnos por la mañana, al acostarnos por la noche, antes y después de comer, antes de vestirnos y al desvestirnos, antes de empezar una actividad, al terminarlo y durante esta. En todo momento podemos orar. Cuando habremos de ser examinados por nuestro superior o debemos ir delante de este que es una cruz para nosotros, naturalmente debemos acudir a Dios por ayuda.
Cuando estamos en peligro, o temerosos, de manera natural debemos acudir a Dios.

Dios desea ser nuestro compañero más íntimo. Con frecuencia, nos ponemos delante de Dios, aún de rodillas recitando muchas palabras, pero nuestro corazón y mente esta distraída en muchas otras cosas. Nos alejaos de este lugar, sin pensar en que hicimos oración. Si no podemos escuchar nuestras propias oraciones, ¿cómo esperamos que Dios las escuche?

Estas oraciones tan extensas son en muchas ocasiones un insulto a Dios. Pueden ser bien recibidas por Dios si verdaderamente luchamos y nos esforzamos por sobrellevar las distracciones y tentaciones que nos acechan. Es en esta ocasión nuestro deseo y esfuerzo que agrada a Dios, más que las palabras que digamos.

Dios está en todas partes, luego entonces, todo lugar es el adecuado para orar. Nuestro cuerpo es templo y somos llamados a que en todo lugar entremos en nosotros mismos y elevemos nuestro corazón y mente hacia Dios. Esto hace mucho más fácil nuestra oración ya que no necesitamos dejar a un lado lo que estemos realizando. Mas bien, por el contrario, sucede que hacemos mucho mejor lo que estamos realizando cuando lo hacemos acompañado de la oración.

Nuestro gozo será completo y nuestras oraciones escuchadas cuando pidamos de la manera correcta. Y esto sucede cuando no pedimos a Dios bienes materiales, sino más bien por el regalo perfecto- la vida eterna.

“Buscad primero el Reino de Dios y Su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura”

La razón por la que nuestras oraciones no han sido respondidas, es por no haber pedido o haber pedido lo incorrecto.

Algunos dirán que el texto dice “cualquier cosa” que pidas. La vida eterna lo es todo, todo lo demás no es nada cuando esta comparada con esta. Si pedimos por otra cosa que no sea esta, estamos pidiendo nada, y con frecuencia eso es lo que Dios nos da.
Debemos buscar que verdaderamente nuestro gozo sea completo, y esto solo se logrará con la vida eterna. Esto es el Cielo, donde nada más se puede desear. Esto oes lo que debemos buscar y pedir, ya que todo lo demás se nos dará.

San Pablo pide a Dios en tres ocasiones para que le quiete una tentación. Buscaba un bien temporal en la tierra, y Dios no le respondía. Esta tentación fue necesaria para su desarrollo espiritual. Se volvió humilde, y empezó a darse cuenta de su propia debilidad, parar volverse más fuerte ya que no buscó depender de sí mismo (sabía que era muy débil), se entrego completamente a Dios.

Transformó su oración en amor por Dios y en un deseo de estar eternamente unido a Él. Es entonces cuando recibe la gracia necesaria para resistir la tentación y vencerla al aumentar su amor por Dios.

Se nos pide rezar los unos por los otros incluso por nuestros enemigos, pero con frecuencia estas oraciones no son benéficas para quienes pedimos ya que al tener el libre albedrío marchan sobre caminos opuestos de su salvación. Estas oraciones, sin embargo, nos benefician mucho:

“aunque hubieran estado en ella, estos tres varones, Noé, Daniel y Job, ellos por su justicia salvarían su vida…, no hubieran salvado a sus hijos ni a sus hijas (Ezequiel XIV, 14).

Todos y cada uno de nosotros debemos cooperar con la gracia y hacer lo que nos corresponde. Sin la cooperación de nuestra parte con l agracia de Dios, todas las oraciones de los ángeles y santos del cielo serán sin ninguna utilidad para nosotros.

Debemos por lo tanto prepararos en la oración de manera adecuada. Buscando en el amor esta plenitud de gozo.
Si verdaderamente deseamos y amamos, nuestra oración será escuchada y, todo lo demás que necesitemos se nos dará por añadidura.

Así sea.

Saturday, April 27, 2013

CUARTO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTES

28 DE ABRIL DEL 2013

QUERIDOS HERMANOS:

Nuevamente cambiará el tiempo litúrgico, de la Pascua al tiempo de Pentecostés. Con cada cambio se nos recuerda del cambio similar en la vida de Jesucristo y de la Iglesia.

Jesucristo está preparando a los Apóstoles, ante su Ascensión al Cielo y la venida del Espíritu Santo.

El cambio tiene siempre un elemento de temor, a lo desconocido. Jesucristo remueve algunos de estos temores, de sus Apóstoles. De igual forma nuestra santa Madre a Iglesia nos prepara a lo desconocido. Pasamos en este tiempo litúrgico, año tras año, y este temor al cambio es relativamente bien conocido, al pasar el tiempo. Hay sin embargo, un cambio en nosotros, a lo menos en sentido material y lo que sería más importante en nuestra vida espiritual.

Al irse terminando el tiempo de la Pascua, la alegría de la Resurrección de Nuestro Señor se empieza a desvanecer para dar lugar a Su gloriosa Ascensión. Esta pérdida de la presencia física humana de Nuestro Señor, es necesaria tanto para los Apóstoles como para nosotros mismos. Debemos seguir en un sentido amplio, espiritualmente a los apóstoles.

Iniciamos con el adviento y la espera del Salvador. Este se cumple con el Nacimiento de Nuestro Señor. Hemos nacido en pecado y caemos miserablemente todos los días, mas por el Bautismo recibimos a Cristo Niño en nuestra vida. Al acercarnos a la Epifanía nuestra fe trae la revelación de Cristo más claramente y la alegría llena nuestro corazón, al irnos acercando paso a paso cada vez más, y lo más importante incrementando nuestro amor por Dios.

Se nos recuerda de Jesucristo, niño, perdido en el templo, al permitírsenos caer para que Cristo nos de capacidad para levantarnos con mayor fuerza. No se encuentra muy alejado de nosotros, lo encontramos nuevamente para fortalecernos y renovar nuestra fe, amor y alegría.

Después nos acercamos al tiempo de penitencia, y se nos presentan los dolores y sufrimientos que hemos causado a Jesucristo, al amarnos tanto. Vemos Sus sufrimientos y nuestra atención se centra en nuestros pecados, faltas y caídas, que fueran las meras causas de Su sufrimiento. Lo seguimos al Calvario, en espíritu de penitencia y mortificación, arrepintiéndonos y confesando nuestros pecados, derramando lagrimas de contrición. Para experimentar la alegría de haber sido perdonados nuestros pecados, al hablarnos nuestra madre la Iglesia, de la Resurrección.

Nuevamente Jesucristo se vuelve a esconder, está a punto de ascender al Cielo. Empezamos a sentir esta ausencia, antes de que se vaya. Se ha entregado a nosotros en la Sagrada Eucaristía y nos ha prometido el don del Espíritu Santo. Hemos experimentado el pecado y el perdón en muchas ocasiones y esperamos haber aprendido de todas las caídas y hacer buen uso de este mal aprendiendo la humildad y no confiar en nosotros, e incrementando cada vez más nuestro amor por Dios para que llene nuestro corazón. Estamos en cierta manera destetados de la leche espiritual y comida suave para poder recibir cada vez más comida espiritual solida.

Tememos este progreso y estamos prestos a sostenernos en los placeres de infantes, que ya conocemos, por temor a las dificultades que la madurez espiritual nos traerá. Nuestra fe nos recuerda que Dios está con nosotros, jamás nos dará más de lo que podemos soportar. Como le dice a San Pablo: “Mi gracia, te es suficiente…”

Al acercarnos a Pentecostés, hacemos la transición espiritual de la adolescencia a la edad adulta. Cuando el Espíritu Santo viene a nosotros en el Sacramento de la Confirmación, dejamos muchos de los gozos fáciles y consuelo de jóvenes, para transformar esta inmadurez en algo poco a poco más maduro y adulto espiritualmente hablando.

Los temores de las dificultades se alejan al alimentarnos cada vez más, la Gracia de la Caridad. Con la gracia de Dios estamos dispuestos a aceptar, abrazar y amar las cruces de esta vida. En esta madurez, somos inspirados a seguir a Nuestro Señor al Calvario al grado de derramar nuestra sangre con Él. Sufrimiento, sacrificio y la misma muerte pierde todo sentido conforme el Dios del Amor, llena nuestro corazón más y más.

Este Dios del amor ha convencido a este mundo de la maldad del pecado, de la justicia y del Juicio. Al ser envueltos de este Espíritu Santo, vemos de igual manera las calamidades de los pecados del mundo, para rechazarlos. Vemos la justicia en todo lo que hace Dios, en las cruces, sufrimientos y miseria de este mundo, así como el aparente éxito del mal. Juzgamos este mundo malvado que guía y conduce a tantos de este mundo al infierno. Vemos el éxito temporal de este mundo, al ver que esta pobre gente sólo busca el éxito material a expensas del bien espiritual.

Dios es bueno y justo, les da lo que desean aquí y ahora, más deben pagar con el Infierno. No lo aman ni desean estar con Él, por lo que serán separados por siempre de Dios.

Que este ciclo del tiempo Litúrgico nos estimule en nuestro crecimiento y progreso espiritual para que madure y crezca nuestro amor por Dios. No debemos temer subir al siguiente escalón espiritual, más bien con fe y esperanza crecer en la Caridad, día con día y en toda temporada.

Qué Así sea.

Saturday, April 20, 2013

DOMINGO TERCERO DESPUÉS DE PÁSCUA


21 DE ABRIL DE 2013

QUERIDOS HERMANOS:

“Dentro de poco…”

Nuestra vida en este mundo (sin importar que tan larga sea) en un instante. Debemos constantemente recordar ver la vida desde la perspectiva de Dios - de la eternidad. Cuando vemos los días que han transcurrido en comparación con el siempre; empezamos apreciar estas palabra de Nuestro Señor.

Jesucristo, igualmente habla, en el Evangelio de hoy, sobre el dolor y sufrimiento. Extrañamente es en estos momentos en los que la vida parece alargarse más. Pareciera como si el tiempo se detuviera. El gozo y la alegría parecen tener el sentido opuesto. Dicen incluso “El tiempo vuela cuando te estás divirtiendo”. Hay tal vez alguna razón psicológica para esto, pero lo que no ocupa en este momento es el aspecto sobrenatural y espiritual.

Nuestra alma anhela la felicidad y alegría que sólo ha de encontrar en Dios. Así lo confirma San Agustín en sus Confesiones: “Nuestro corazón está sin descanso hasta que descanse en Ti” y por el contrario nuestra alma huye del dolor y el sufrimiento de estar separada de Dios, que es manifiesta en el Infierno.

Ante la presencia del gozo nuestra alma no experimenta saciedad, por lo que el tiempo pareciera que pasa rápidamente como si nunca estuviéramos cansados y deseando siempre más. Ante el dolor y el sufrimiento queremos deshacernos de este tiempo lo más pronto posible, ya que parece no extinguirse.

En la eternidad no existe tiempo. Dios vive en un eterno presente. Esto es un concepto muy difícil, para nosotros, poder imaginar, pero al considerar el “dentro de poco…” de este mundo parecería un poco más próximo.

En el Cielo, no habrá fin al gozo y alegría. No habrá ansiedad por el necesario fin de nuestro placer, que experimentamos en el mundo. En el Infierno no habrá fin al sufrimiento, por lo que el tiempo cesará. Habrá un sentimiento de estancamiento donde jamás habrá fin al sufrimiento.

En cualquiera de las dos situaciones hay una constante experiencia de la misma situación, sin fin. En este lugar ya no existe el tiempo.

Cuando consideramos esta situación del alma en el Cielo o el Infierno, podemos apreciar que tan corto es el tiempo aquí en la tierra. Podemos en cierta manera tratar de comparar los gozos temporales y sufrimientos de esta vid con los eternos de la otra. Existe alegría para nosotros aquí o allá así como existe el sufrimiento. La pregunta es: ¿queremos gozo temporal aquí y ahora o permanente en la eternidad?, lo mismo podemos decir del sufrimiento.

En esta vida existe el tiempo para la alegría y el tiempo para el sufrimiento, pero en la eternidad, es uno o el otro. Si abrazamos la cruz y el sufrimiento ahora, como nos dice Jesucristo, (Toma tu cruz diariamente y ven sígueme) encontraremos entonces, la alegría del Cielo. Si rechazamos esta invitación, luego entonces encontraremos el sufrimiento eterno del Infierno.

Debemos tener sufrimientos aquí o allá, la decisión está en nuestras manos. Una cruz relativamente corta por una alegría eterna; o placer temporal y corto por una miseria eterna.

Jesucristo, evidentemente estaba hablando a los Apóstoles de su Muerte, Resurrección y Ascensión, todos y cada uno fue verdaderamente “un momentito”. A nosotros, sin embargo, nos está motivando a perseverar y crecer en nuestros esfuerzos para cargar nuestras cruces, no que seamos conformistas y satisfechos con los placeres pasajeros de este mundo. Debemos mantener ambos, el gozo pasajero y dolor de esta vida con la perspectiva de la visión que contempla la recompensa eterna y el castigo que nos espera en la eternidad.

Debemos todos los días buscar aumentar nuestro amor por Dios y nuestro deseo para estar con Él, contando las cruces y cargas de este mundo como nada. Los mayores sufrimientos en esta vida no pueden ser comparadas con las alegría eternas del Cielo. Y los mayores placeres de este mundo no pueden jamás compararse con los sufrimientos que esperan en el Infierno.




Saturday, April 13, 2013

SEGUNDO DOMINGO DESPUÉS DE PASCUA

14 DE ABRIL DE 2013

QUERIDOS HERMANOS:

Jesús es el Buen Pastor por naturaleza. Sus obispos deben procurar serlo ayudados de la gracia. Jesucristo mismo nos dice: “Solo Dios es bueno”. Los obispos son los encargados de cuidar a la Iglesia y deben dar respuesta al cuidado de la almas a ellos encomendadas. Deben dar cuentas de nuestra alma.

Podemos nosotros, con gran facilidad ver las faltas y defectos de nuestros pastores, y con frecuencia estamos alertas a criticar sus vidas. La historia nos ha demostrado en varias ocasiones que muchos han estado dispuestos a servirse de su rebaño en lugar de encargarse del cuidado de este. Hemos visto muchos que al mostrarse indiferentes han sido devorados y destruidos, por los demonios del error y la herejía, sin prevenir ni alertas a su rebaño, de estos ataques. Nuestro señor lo dice claramente al rechazar a los tibios e indiferentes. “preferiría que fuereis fríos o calientes…”

Mucha de la destrucción y desolación que testificamos en la iglesia hoy en día, es debido a las influencias demoniacas, masónicas talmudistas. Podemos fácilmente ver a los lobos rapaces, en sus escondites al ver como es destruido y masacrado el total de almas. Durante y antes de los ataques somos engañados por los “lobos vestidos de ovejas”. Sin embargo, una vez que la destrucción se ha realizado podemos ver quiénes están detrás de estos ataques. Desafortunadamente lo que hemos visto y testificado está lejos del alcance y prevención de muchas almas. No logran ver al lobo detrás de las vestiduras de simples ovejas.

Fue y es obligación del obispo estar alerta y avisar sobre estos ataques, no sólo ver y prevenir sino que también toca a ellos pelear en contra de todos y cada uno de estos lobos y todas las fuerzas del mal. Han incluso, algunos obispos sido víctimas de los ataques y devorados por estos lobos a quienes debía detener. Sus miserables almas tendrán toda la eternidad para lamentarse de su indiferencia, cobardía, flojera y todo tipo de males.

En verdad, esta posición no es nada envidiable, ya lo señala nuestro Señor, Sólo Dios es bueno. Luego entonces si es posible para los obispos, con la ayuda de la gracia de Dios, ser buenos pastores.

Dios ha prometido dar Su gracia a los obispos como lo prometió a san Pablo: “Mi gracia te es suficiente”. Ha prometido estar con la Iglesia, hasta el final de los tiempos. Por lo tanto aún con los peones que han permitido la destrucción, Dios la ha preservado y continuará protegiéndola, y a su pastor, muy a pesar de la debilidad de estos hombres. El rebaño puede ser el residuo de lo que una vez fue, más debe continuar hasta el final. La carga del pastor puede ser ligera y dulce si se lo pide y la lleva por amor a Dios, como Él mismo lo ha dicho, además que las ovejas pueden aminorar esta pesadumbre si se acercan con humildad y corazón obediente a los esfuerzos del Pastor de sus almas, que Dios les ha enviado.

Cuando la gente ama, y por lo tanto obedece, trabaja y ora por su obispo y la Iglesia la carga de todos se hace más ligera y dulce. Si los obispos tienen esta obligación de trabajar, vigilar y orar por la gente consecuentemente es obligación mutua de sus fieles. Escuchar y obedecer a su obispo.

El obispo nutre y vigila constantemente sobre las almas de la Iglesia, por lo tanto la gente debe apoyar en el sostenimiento del cuerpo de la Iglesia. Luego entonces, el cuerpo y el alma trabajan en armonía encontrando que su caminar por este mundo es mucho mejor de esta forma. Caminan para adelante a mejores y más provechosos pastizales, del Cielo.

Los padres tienen una obligación similar hacia sus hijos como los obispos a la Iglesia. Los hijos tienen obligaciones similares a sus padres como la gente hacia los obispos. Es más, todos somos llamados a ser los pastores de nuestra propia alma.

Debemos vigilar y orar manteniendo una vigilancia constante sobre quienes buscan devorar nuestra alma (el demonio, el mundo y nuestras pasiones). Cuando vemos nuestra alma en peligro debemos acudir a imitar al Buen Pastor. Debemos alejarnos de las ocasiones de pecado. Debemos escuchar la voz de nuestra conciencia y ángel guardián, para resistir todos los ataques en contra de nuestra alma. Debemos luchar el buen combate. No permitamos el descuido, la flojera o cobardía, que nos hace tibios e indiferentes a la vida de nuestra alma.

Cuando las tentaciones ataquen nuestro cuerpo, permitamos que esta sufra, es mas dejemos que muera antes de permitir algún ataque a nuestra alma. Debemos resistir a la tentación en todo lugar y no permitir ni la más minina injerencia en nuestra vida.

Los demonios sólo necesitan un piecito en nuestra puerta para devorarnos. Todo pecado sin importar su tamaño es una ofensa a Dios y nos impide la entrada al Cielo (nada manchado puede entrar al reino de los Cielos). Debemos estar como el Buen Pastor, siempre dispuestos, capaces y deseosos de permitir dejar nuestros bienes temporales por la salvación de nuestra vida espiritual e inmortal.

Así sea

Friday, April 5, 2013

DOMINGO “IN ALBIS” 1ro DE PASCUA

7 DE ABRIL DE 2013

Queridos Hermanos:

María Magdalena fue la primera en ver a Jesucristo Resucitado. Es ella quien lleva esta gran noticia a los apóstoles. Su corazón estaba lleno de tristeza ante la pérdida de quien amaba tanto. Era por lo tanto, apropiado que Dios la recompensara con resplandeciente alegría.

Los apóstoles por el otro lado, se encontraban en una cierta guerra contra los judíos. Se encontraban encerrados por temor a los judíos. Por lo que es muy adecuado que las primeras palabras y dones que Jesucristo les da sea el de “La paz sea con ustedes”.
Dios tiene la forma de darnos exactamente lo que necesitamos y cuando lo requerimos. Con frecuencia nos inquietamos o desesperamos por la gracia de Dios. Cada dificultad que Dios permite o desea que entre en nuestras vidas es realmente sólo la preparación para recibir, posteriormente, mayores y más bendiciones al levantar estas penas de nosotros.

Es por lo tanto, necesario que perseveremos en la oscuridad y los tiempos difíciles de nuestra vida para que logremos recibir después, gracias mayores y abundantes.

María perseveró en su sufrimiento y en su amor por Jesús al grado de ser recompensada como la primera persona que vio a Jesucristo. (Aunque no se le permitió tocarlo). Los apóstoles perseveraron en la oración y en no envolverse con los judíos. Ambos fueron recompensados, una con gozo y alegría y los otros con la paz.

Una vez que Jesucristo aparece a los apóstoles, ya no les prohíbe tocarlo, más bien les pide que lo hagan para que vean que es real. Esto me recuerda como el Sagrado cuerpo de Jesucristo en la Sagrada Eucaristía, no debe ser tocado por nadie excepto por Sus sacerdotes. Esto es algo que han eliminado los modernistas.

Deben o no creer que la Eucaristía es verdaderamente Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, o que muchos laicos han alcanzado un grado de santidad que son ahora dignos de poder hacerlo o que todos son “sacerdotes” si así es, entonces son los “sacerdotes de los fieles” que llaman los Protestantes. Niegan la transubstanciación o niegan la necesidad de la consagración de las manos de los sacerdotes para que puedan tocar la preciosísima sangre de Nuestro Señor Jesucristo.

No fue a las mujeres ni a ninguna otra persona, sino sólo a los apóstoles que Jesucristo, sopló sobre ellos, para que recibieran, el Espíritu Santo, y dio el poder de perdonar los pecados,” a quienes perdonareis los pecados, perdonados quedaran” de la misma forma fue sólo a los apóstoles que en la Ultima Cena, Jesucristo los comisiona a ofrecer el Santo Sacrificio de la Misa.

Debemos recordar siempre que hay diferentes oficios y dones impartidos por Dios a los diferentes miembros del Cuerpo Místico de Cristo. No son llamados todos a ser Sus Sacerdotes. No son los sacerdotes quienes escogen a Dios es Él quien los llama. De la misma manera la fe verdadera no es algo que nosotros nos damos a nosotros mismos, sino más bien es un don (gracia) de Dios.

Con frecuencia muchos son arrastrados a un modo herético “racionalista” de pensamiento. En este racionalismo condenado, piensan que si presentan los argumentos adecuados y pueden mostrar la lógica racional de una verdad de la Iglesia o la Fe.

Pueden hacerse “creer” a sí mismos que creen la Verdad. Pues, no es así. La fe es una gracia de Dios dado a quien y cuando a Él le place.
Las conversiones, no son el mejor argumento para presentarlos a favor de la Fe, como lo es la cooperación con la gracia de Dios.
Creer no porque entendemos, sino porque es Dios quien así lo ha dicho. Santo Tomas creyó porque vio y entendió. No fue la fe, de su parte, que creyó que Jesucristo realmente resucito de la muerte. Esto lo vio y supo. Su fe, en que Jesucristo es verdaderamente Dios. Esto lo manifiesta al decir: “Señor mío y Dios mío”.

Cuando Dios llama a alguien al Sacerdocio y no algún otro. No debemos concluir que hay una gran injusticia, en esto, sino más bien que Dios ha escogido a quien mejor le ha de servir. No es cuestión de discusión. Es lo que es porque Dios así lo ha decidido. A nadie se le engaña. Cada quien recibe las gracias necesarias para sí mismo o para los propósitos Divinos. Si debemos hacer buen uso de las gracias particulares que Dios nos da, debemos enfocarnos en lo que nos ha dado a nosotros y no lo que ha dado a los demás.

Algunos se les dan una gracia y a otros otras, como sucedió que una recibe alegría y gozo mientras que los otros reciben la paz. Algunos son llamados a ser cabeza y otros a ser manos o pies. Todos deben creer que Dios sabe lo que está haciendo y que siempre es lo mejor. La verdadera fe nos dice que, debemos creer todo lo que Dios ha revelado por medio de Su Iglesia. (Guardián e intérprete de la fuente de la revelación: Las Sagradas Escrituras y la Tradición). Creemos no porque entendemos o hemos escuchado todo lo que ha sido revelado. Debemos creer todo lo que la Santa Madre Iglesia establece, por el simple hecho de que es Dios y el Espíritu Santo quien habla, Dios ahí lo ha dicho, luego entonces debemos creer. Y aunque debemos creer, la fe no es algo que nos damos a nosotros mismos sino más bien, la fe es un Don de Dios para nosotros.

Pidamos entonces, por ese don de la fe, o continuidad o perseverancia en la gracia. De esta manera es posible que crezcamos mas fuertes conforme cooperamos con la gracia que ya hemos recibido.

Nuestra cooperación fiel con las gracias y estaciones de la vida que Dios nos ha dado, nos harán acreedores a la Visión Beatifica y entendimiento para que, la fe ya no sea necesario – veremos y conoceremos como somos vistos y conocidos por Dios.

Así sea.